Capítulo 4

 

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NOTA: Esta novela ha sido publicada, las ilustraciones son obra de "El Culterano" WLC. 

 

Capítulo 4


–Hola padre, hace mucho que no visito tu altar. Sé que nunca he estado completamente sola en este sendero que me ha tocado caminar y agradezco aquello que me has obsequiado. Amor y confianza en mí misma. Aún cuando yo no sabía si estaba haciendo lo correcto llevando mi embarazo a término, criando sola a mi hija y creando la empresa que he creado. Sé que estás orgulloso de tu nieta, se parece mucho a ti y a su tío abuelo, ambos cargados de vida, ambos cargados de amor para dar a todos los que lo busquen. Comprendo que es tarde, pero les presento a Fransheska, tiene dieciséis recién cumplidos y ya es todo un dolor de cabeza, como un día lo fui yo. – Fransheska vio como su madre hacía una reverencia en el suelo, lo cual era según la cultura japonesa, el lugar en que el abuelo Chang había nacido. Al ver la foto de su abuelo en el altar comprendió a quien se parecía su madre con su cuerpo pequeño y casi sin curvas. La abuela por otra parte no era grande, pero le había legado a su hija el cabello rojizo fuego y la mirada. No comprendía como su madre podía haber tomado algo de ambos de sus padres y haber hecho algo tan hermoso, mientras que ella no se parecía a ninguno de los dos, sino a su abuela paterna. Diablos cuanto daría por los ojos de su madre o por lo menos los ojos oscuros de su abuelo materno.

–Abuelo. – ella imitó la reverencia tocando la frente con el revés de sus manos que se mantenían en el suelo. –Tío, un honor conocerles.

–Niñas, el almuerzo está listo. Yo voy a la tienda a avisar que no hagan ningún pedido para la boda de Giovanni, realmente creo que, si se llega a dar, será por puro milagro. – La mujer salió por la puerta murmurando sus pensamientos. Pero ni su hija, ni la nieta prestaron atención a esta. Ambas tenían su atención puesta en lo que veían del pasado o escuchaban.

Karla no podía sonreír, aunque quisiera, mientras veía a su padre entrar con su esposa en brazos, o más aún mientras la sostenía a ella de bebe frente al altar presentándola a su mejor amigo.

Mientras Fransheska escuchaba las voces del pasado, entre mescladas con los deseos que plagaban el lugar, todo a través de las imágenes que observaba su madre. Ella sí tenía varias lágrimas bajando por sus mejillas al observar a su madre y el dolor que esta no podía expresar por todas las escenas que recibía. Incluyendo la soledad aterradora de su madre en una casa que se le había quedado grande al ella partir. Esa soledad no provocaba emociones en su madre, eso era lo que le asustaba. Ambas tenían claro que con el paso del tiempo y el uso de sus dones esa frialdad iba en aumento, destruyendo a la mujer que un día fue.

La joven tuvo que admitir que estaba perdiendo a su madre poco a poco, pronto no quedaría suficiente que pudiera reconocer su nombre. Algo se tenía que hacer… su padre tenía que ayudarla.

–Má, tenemos que decidir qué vamos a hacer con lo de Pá. No podemos dejar que lo estafen y mucho menos que se case con ese demonio de dos caras, o en este caso tres, porque esas amiguitas no son nada bueno solas, pero juntas son reinas del infierno. – Fransheska acompaño a su madre a la cocina, donde los olores le parecieron conocidos, cuando su abuela se había quedado con ellas, la cocina se convirtió en su dominio. No hubo forma de sacarla de ella, sin embargo, eran las únicas comidas que se hicieron en su hogar. Lo que había heredado de su madre era la capacidad de hacer un desastre de la cocina.

–Fran aún no es seguro que sea tu padre.

–Ok nos hacemos la prueba de paternidad. – la joven vio como su madre asentía. – Entonces cual es el resultado.

–Sí eres tú y tu padre solamente estará sobre el noventa por ciento de probabilidad. Pero si se añade a tus abuelas y a mí en la ecuación, estará sobre el noventa y ocho por ciento. – la información fue fría y como si la estuviera leyendo de la hoja de resultados. Lo que era seguro estaba haciendo, lo único que era una hoja que estaría en las manos de su padre o su hija en algún momento.

–Aclarado ese punto. Volvemos al tema principal; ¿Qué vamos a hacer?

–¿Qué quieres que haga Fran? No es tan fácil como decirle, “aquí tienes el dinero que necesitas”. Eso no lo va a hacer un hombre feliz. – el intento de ironía en su madre le provoco una sonrisa en los labios, la ironía no había llegado precisamente, pero se entendía. 

–No, pero con tu gente detrás de este negocio puedes entrar, asegurar que hay ganancias y que a mi padre no lo estafe ese cerdo. – Karla pareció mirar a su hija, se enojo por su incapacidad de mostrar orgullo. –Sé que te sientes orgullosa de mí. Eso es lo bueno de mi don, no tengo que sentirme fuera de tu mundo. Puedo escuchar tus pensamientos y tus deseos.

–Voy a llamar a Laura para que haga una cita con las partes, pero tienes que estar pendiente a ver qué es lo que quiere ese “cerdo”, como tú lo llamas, en realidad quiere. Sabes que tienes que controlar lo que sepas y no soltarlo como la última vez. – la joven asintió sonrojada, sabía muy bien que su madre no lo decía a mal, pero esa vez a la que se refería había provocado cierto escándalo con una mujer que estaba acostumbrada a parecer una víctima cuando era toda una reina de la estrategia. El negocio no se vio afectado, pero había costado mucho el poder explicar lo que sucedía.

–Mam siento lo de esa vez… sé que debo controlar mi genio si deseo sobrevivir a este don. Hare lo mejor que pueda. – Karla asintió, no había forma de controlar esa tormenta, solo esperar lo mejor.

–Laura… ¿todo bien con la compra? Bien. ¿La casa necesita arreglos? Es de esperarse, has un precio justo y que cubra parte de los arreglos con lo que nos ahorramos. Necesito que te comuniques al hotel, has una cita de negocio con Giovanni. Sí, Fransheska va a estar presente. Ya sé y se lo he dicho. Sin embargo, es algo que estoy haciendo a su petición, aún cuando tiene razón. Nos vemos luego. – Con esas palabras cerró la llamada y miró a su hija esperando su sonrisa. –Nos llamará en una hora a lo mucho con una contestación. Luego tendremos que dar una vuelta y ver la casa que acabamos de comprar.

–Tenemos que comer o la abuela se va a enojar con nosotras. – sirvieron la comida y su hija lo hizo cantando alguna canción que había escuchado en la radio, se sentaron a comer en un buen ambiente. Fue de esta forma en la que Valeria las encontró. Sonrió al verlas sin poder creer lo llena que se sentía la casa. –De nada abuela, juro que ha sido un placer venir a visitarte.

–Vivir contigo debe ser una pesadilla. – dijo la abuela con una sonrisa en los labios y negando con su cabeza. De verdad que no sabía que iba a hacer con esas nos niñas. –Vi a Laura en la casa de los Chiaves. Lleva vacía varios años y no ha sido cuidada. ¿La vas a comprar?

–Se puede decir que ya es nuestra y servirá su propósito en cuanto se termine con las remodelaciones.

–¿Y eso va a ser…?

–De asilo para tu hija loca. Más una central de mi compañía. Estoy vendiendo la mayoría de los negocios pequeños. Tu nieta no desea seguir con el negocio. Así que no vale de nada a esperar a que yo no pueda tomar una decisión y dejarla con el problema de decidir. Además, ya dejé el trabajo de bróker, ahora me toca descansar y evitar adelantar mi locura queriendo salvar al mundo. – Fransheska se levantó con mucho ruido y comenzó a lavar los trastes mientras tarareaba una cancioncilla. Su voz no tardó en quebrarse, sabía y temía por el futuro que le esperaba a su madre y le parecía más que injusto que alguien con el mundo para jugar, con una vida por delante estuviera atada a un destino tan cruel. Un destino que posiblemente le tocaba a ella seguir. –Lo siento Fransheska debí quedarme callada o no ser dada a los detalles.

–No es eso, es que me parece tan injusto. Furiosa con el destino por darnos estos dones versus el cobro tan grande. El tío ni siquiera pudo casarse. Al regresar de la guerra vivió encerrado en su habitación con miedo a ser tocado. Al final no pudo reconocer a su hermana, ni a su mejor amigo. Al cual amaba como un hermano. 

–Yo tuve a Giovanni, te tengo a ti y veamos que más nos tiene el destino guardado. Sabes que no soy de las que le enseñan la barriga a la vida, para que ésta la desgarre a mordiscos. Si me voy, será peleando hasta el final.

–Eso lo puedes jurar niña. Si alguien sabe dar una buena pelea, es tu madre. Tu tío pudo aprender a vivir con su don, pero temía a todo lo que veía, esto por las cosas que vio en la guerra y según tu abuelo, las cosas que vio en los actos secretos de aquellos que consideraba amigos. Para él fue imposible volver a confiar, solo pudo salvar a tu abuelo, nunca pensó que fuese ese jovenzuelo al que salvo el que lo traería de vuelta a casa. – Valeria estaba segura de que ella no se cruzaría de brazos al ver como su hija se deterioraba. La conversación termino cuando tocaron al timbre. Fue a abrir y no se sorprendió al encontrarse con Laura que parecía necesitar… un baño.

–Disculpe mi apariencia, un pequeño percance en la casa que se ha comprado la señora.

–Si lo desea el baño esta al final del pasillo.

–Está bien, lo agradezco, pero primero necesito hablar con la señora sobre la cita que solicitó. – Valeria, asintió, aunque deseaba preguntar de qué cita estaba hablando.

–Laura, dime… ¿qué ha sucedido? – La pregunta era de Fransheska, pero Karla también deseaba saber la respuesta.

–Digamos que el suelo de la casa ha demostrado ser menos solido de lo que parecía y que gracias a mis generosas curvas no supe que tan profundo era el sótano. Debo admitir que fue más el susto y el asco al tener que arrastrarme por el suelo para salir, que otra cosa. Los arquitectos estarán visitando el lugar mañana, luego tendremos la visita de los diferentes contratistas del área.

–Emplea a la mayor parte de ellos de estos lugares. De esa forma ayudaremos un poco al lugar. – La mujer asintió y un poco de polvo salió volando de su cabello.

–La cita con el señor Vasco y su amigo es hoy a las siete. Le sorprendió saber que era por asuntos de negocios y creo esperaba otra cosa. Le mencione que la joven estaría presente al igual que una de sus guardaespaldas y yo, por supuesto. He llamado a una de sus abogadas estará pisando suelo dentro de cuarenta y cinco minutos. Gracias al cielo, la había llamado para arreglar los papales de la casa y los contratos. Así que no creo que le moleste añadir una tarea más. – Karla miró su reloj de mano y vio que tenía varias horas, en las que podía buscar información sobre el negocio y poner al tanto a su abogada al respecto y de lo muy posible que todo se fuera al demonio. Lo que a ésta no le gustaría para nada.

–Madre, voy a necesitar que pongas a los jóvenes que trabajan para ti a arreglar el jardín de la nueva casa lo antes posible. Tienes carta blanca. Recuerda que es para mí y… bueno tú entiendes. Laura encárgate del contrato. Fransheska, necesito que te cambies de ropa, los lentes de contacto son validos, pero la ropa debe ser de negocio. Nada de escandalizar a los demás. – La joven asintió dispuesta a mezclar un poco de su estilo con la imagen que su madre deseaba. Gracias al cielo su madre comprendía mejor que nadie lo mucho que había odiado su mirada de niña buena. Pensó en los lentes que utilizaría, los de gato, esos darían una buena imagen. Pero con que los combinaría. No trajo mucha ropa. – parte de tu vestuario está en la que va a ser nuestra habitación. Laura escogió la ropa.

–¡Ah! Gracias Laura, sólo el cielo sabe lo que mi madre hubiera metido en la maleta.

–De nada señorita. Señora Karla, me disculpo, pero debo tomar un baño. – Laura iba a salir de la habitación, pero se vio detenida por Valeria, que pensó en asegurarse que realmente la mujer estuviera bien, pero esta se detuvo y volteo a mirar directamente a Karla. – Disculpe el perímetro fue subido, las gemelas esperan ordenes, la chofer alquiló un lugar cerca para todas ellas, pero es un estudio, lo bueno es que tiene lugar para estacionarse.

–Está bien, una de ellas debe acompañarnos la otra puede descansar, si las cosas salen bien no habrá mucho que hacer.

–Y si salen mal.

–El infierno se soltará y estaremos bailando con los demonios. – dijeron Karla y Fransheska al mismo tiempo. Era lo que Karla decía cuando iba en contra de su instinto, siempre sobrevivía, pero no quería decir que la lucha fuera fácil. Todos menos la que daba las órdenes sonrieron, pero Fransheska sabía que su madre compartía la broma.

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