Soliloquio de una mala hierba
Me escuchas, si tú el que estás ahí parado. No te hagas el tonto, sé muy bien qué me estás escuchando. Yo soy esa mala hierba, la que nadie quiere, la que está metida en esos rinconcitos oscuros, entre el cemento o los adoquines. Ya sé, nunca te ha importado mi historia, pero como quiera te la voy a contar, así que te aguantas. Nací cerca de la primavera hace cuatro años, mis experiencias han sido muchas y para que lo sepas mi existencia es tenaz. Me he encontrado con ese niño descuidado que me pasa por encima con la bicicleta cada vez que se le da la gana, de verdad no sabrías lo mucho que duele, pero aún así yo sigo aquí. De igual forma me han pisoteado y golpeado con una bola durante un partido de baloncesto, es increíble la cantidad de veces que esa pelota puede rebotar sobre ti. De seguro, tú con tu curiosidad morbosa quieres saber la cantidad de veces que me han cortado, me han arrancado o simplemente me han envenenado. Siempre han dejado algo atrás, por eso es que logró regresar. Ya lo puedo ver venir otra vez con ese pote lleno de líquido apestoso, en un nuevo intento de aniquilarme. Dime, ¿tengo yo la culpa de haber nacido una mala hierba, de que no sea bonita como las rosas, que no dé un delicioso perfume como la flor de lavanda o más aún que no sea tan grande y fuerte como un roble? Me ha tocado ser mala hierba, pero aquí estoy y me seguiré quedando, apareciendo una y otra vez entre pedazos quebrados de cemento, al borde de la carretera, subiendo la colina o incluso entre tus flores favoritas. ¡Así que te aguantas, no te queda otra!
Comentarios
Publicar un comentario