Capítulo 6

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NOTA: Esta novela ha sido publicada, las ilustraciones son obra de "El Culterano" WLC. 

 

Capítulo 6

 



Fransheska les lanzó una sonrisa a sus cómplices. Nadie podía negar que cuando un grupo de mujeres se reunían bajo un propósito siempre era un peligro ponerse en su camino. Las gemelas habían buscado las flores que su abuela le había pedido, ella había preparado una crema perfumada que realmente no tenía un gran olor, pero que, según ella, ayudaría a liberar el olor femenino de su hija.

Laura mientras había buscado el vestido más provocativo que tenía la señora y un chal a juego para cubrirla si hacía frío. ¿Ella? Bueno se había encargado de la ropa interior y los zapatos. Su madre no diría nada, pero la ropa que ella había escogido era algodón, cuando esperas seducción debes estar vestida para seducir y ser seducida.

–Madre, Fransheska… qué está sucediendo…– Karla tenía el cabello suelto y este le llegaba hasta la cintura mojado siempre escondido en trenzas o moños apretados, había crecido sin que nadie se diera cuenta.

–¡Má! Es sólo buenos deseos de las mujeres que te queremos. Las gemelas buscaron ciertas flores que la abuela necesitaba para hacerte esta crema. Vamos ponla sobre tu cuerpo mientras yo te peino. – vio que se iba a negar, pero luego se encogió de hombros y se sentó en el borde de la cama haciendo precisamente lo que su hija había sugerido. Fransheska sonrió al escuchar el deseo de su madre de ponerse a gritar como una niña ante la ropa escandalosa que le esperaba. Ella observaba todo con frialdad, pero por dentro se sentía como la joven que nunca fue y que siempre deseo ser. –Todo va a salir bien, lo prometo.

–Me gustaría tener mayor fe en nuestro destino. Sabes que él no va a comprender. Ya intenté explicarle y cuando éramos jóvenes también lo intenté. Nunca llega a ver toda la situación. – Fransheska tendría que hablar con el idiota de su padre más adelante.

–¿Sabes cuánto se tardará lo de la prueba? – en la mañana habían hecho un viaje rápido a la ciudad. En el laboratorio que habían escogido le dieron un susto a la internista que le había tocado tomar muestras tanto de los padres, la joven como las abuelas. Sin embargo, Fransheska había disfrutado de la cara de la joven al verla junto a su abuela paterna. Era como si se preguntara si realmente era necesario.

–No sé cuánto tiempo tardarán. Pero la verdad es que no será mucho. El laboratorio tiene fama de ser rápido en sus resultados Puede que tu padre reciba los mismos en un par de días como mucho. Sabías que antes se tardaban semanas. – vio la sonrisa de su abuela, la mujer veía a su hija bajo una nueva luz. No era que hubiera estado perdiendo emociones, era que había perdido la capacidad de expresarlas. Pero esas emociones estaban presentes, en el temblor de sus manos mientras aplicaba la crema, en la forma que sus ojos se desviaban a la ropa que le esperaba sobre la cama, pero sobre todo en como intentaba cambiar de tema cuando se sentía incomoda. Vio a su nieta asentir ante su pensamiento y tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no explotar en carcajadas.

–Señora, Kari ha avisado que el señor está saliendo de su casa de campo, donde ha pasado todo el día. Estará en su puerta en treinta minutos poco más, poco menos. – Karla asintió pensando en la casa de campo. Pero fue Fransheska la que se sonrojo como una colegiala.

–Iackkk, eso era algo que no necesitaba saber. – todas la miraron, su madre con un brillo casi malévolo en sus ojos, mientras que las otras dos mujeres con preguntas.

–No es mi culpa que estés escuchando lo que no debes. Ahora sal para que pueda vestirme tranquilamente.

–Prohibido cambiar cualquier parte de tu atuendo. Incluyendo la ropa interior.

–Cualquiera diría que tú eres la madre intentando casar a su hija con el joven codiciado de la ciudad.

–Estoy segura de que podrás devolverme el favor en un futuro. Ahora sexy, hermosa y dueña de su deseo. Recuerda que a las mujeres de nuestra familia les gusta jugar rápido, fuerte, y duro. – Las mujeres salieron de la habitación mientras ella quitaba la toalla que aún la cubría. Karla con dedos temblorosos coloco la poca crema que quedaba sobre su vientre y en sus pechos, no podía negar que deseaba entregarse a las posibilidades, aun cuando sabía que todo sería una desilusión para Giovanni, al verse con una fría sombra de lo que una vez tuvo.

 

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   El estar todo el día trabajando en la cena y en la cabaña, había sido un viaje al mundo de los recuerdos. Había estado repitiendo la rutina de ese día diecisiete años atrás. En algunas ocasiones se había encontrado tarareando alguna balada que sonaba en el radio. Su madre había llegado en una visita de medico con una compra. Todo lo que ella llamaba afrodisiaco, estaba guardado en la nevera. Su compromiso no había sido roto oficialmente pero su madre le había dejado claro que si se casaba con esa “arpía” negaría haber parido un hijo tan idiota. Esas fueron sus palabras cuando explico que no sería infiel.

–No es infidelidad cuando lo que tienes con ella es un contrato de negocios. Además, la chica se está moviendo de forma peligrosa. No te preocupes, ya me encargo yo de hacer que se ahorque con su propia soga. – Tal vez si hubiera estado con su mente en lo que tenía en manos y no pensando en lo que podía suceder, recordando lo que en ese lugar había sucedido, hubiera sido más diestro en descifrar lo que su madre estaba intentando decirle.

–Ta ta… querido. Ya me largo y te dejo preparándote. PS, tienes profilácticos. ¿Verdad? – la vio salir soltando una carcajada y deseo saber, no por primera vez, cuál sería la pena por matar a su madre. Quizá viendo los atenuantes le darían una medalla al valor por haber soportado tantos años. Con una sonrisa en los labios había regresado al trabajo de limpiar la casa, cuando estuvo en la habitación abrió la gaveta sólo para cerciorarse de que si tenía protección. Tenía varios, sonrío al ver que había una caja que él no coloco allí y que era extragrande. ¿De verdad su madre pensaba que era tan joven?

Con una sonrisa en los labios por el recuerdo, toco a la puerta de la casa de la señora Flores. No le sorprendió encontrarse con Fransheska, pero si algo en su corazón se movió con intención al verla sonreírle con una mezcla de inocencia y picardía.

–Hola pá. La verdad es que llegaste unos minutos antes de treinta. Pero mami ya está casi lista. – Él quiso preguntar sobre esa afirmación. Pero su voz quedo atrapada en sus labios cuando vio aparecer tras la chiquilla a su madre. Era tan pequeña y delgada que daba la impresión de que desaparecería en cualquier momento. El vestido era corto, escotado y mostraba con orgullo todas las pecas que él en un tiempo había recorrido con sus labios. – ¡AHHHH! Lalalalalala…. Demasiada información… yo los dejo… me largo. Lalalalala 

–¿Dije algo…?

–No, pero de seguro pensaste algo que no debías a su lado. – Karla parecía tranquila y envuelta bajo ese férreo control que ejecutaba a la perfección.

–Luego me tendrás que explicar. Estás hermosa. Nos vamos…– la vio asentir y noto que, aunque tenía a varias féminas detrás de ella esperando verla salir, no se volteo para despedirse. Le ofreció a él el chal y con cuidado lo colocó sobre sus hombros notando la apertura del vestido que llegaba hasta donde la espalda perdía su nombre. El pensó en lo que deseaba hacer con esa piel expuesta y sus ideas fueron detenidas por un aullido de dolor que provenía de la casa. Y los gritos de Fransheska botándolos con rapidez.

–No sé qué te ha hecho gritar de esa forma, pero qué pensará tu padre.

–Realmente le importará un pepino, ya que su mente estaba en otra parte. De verdad si mi madre espera quedarse con la ropa puesta mucho tiempo, es una doncella con necesidad de poner los pies en el suelo. – Con esas palabras la joven dejo a la abuela y a Laura con la boca abierta. Mientras ella tendría que llenarse la cabeza con otra cosa para no pensar en los secretos que su padre dejo atrás. 

      

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Giovanni se sentía como un adolescente nuevamente, no sabía cómo había podido conducir sin terminar empotrándose contra un poste. Sus ojos siempre se desviaban a la silenciosa figura de Karla. Ella no había dicho nada desde que habían dejado su hogar, él no tenía idea de que pensar, pero si no tenía cuidado iba a enviar todo al carajo y la tomaría sobre la primera superficie que pudiera. Cuando estaciono el auto frente a la conocida casa de ambos, la miró buscando una reacción, pero su corazón fue apretado en un puño al ver que su rostro no mostraba emoción alguna. 

–Bueno… pensé que acá tendríamos algo de privacidad. La casa sigue estando igual que antes. – dijo refiriéndose a la casa, ella asintió, pero no dijo nada para apoyar o rechazar su idea. Ese no era el primer intento de conversación y los temas más estúpidos se le habían ocurrido en un intento de hacerla hablar. –Podrías contarme cómo es que lograste salir adelante en la ciudad. Siempre me dijiste que tenías un plan, pero nunca pusiste las piezas sobre la mesa.

–Me fui para estudiar, esa era la idea, dos meses después descubrí que estaba embarazada y que no sabía quién era el padre. Comencé a utilizar el dinero que mi padre me dejo para la universidad, para apostar en la bolsa de valores, lo cual me dio un duplicado del dinero invertido. Me costó algo de tiempo acostumbrarme a mi formato de trabajo. Pero luego de eso fue cosa de estudiar menos, trabajar más en la bolsa y hacerme un nombre en proyectos e inversiones. Cuando logre terminar la universidad mi hija había nacido, tenía varias ofertas de trabajo y varias compañías pequeñas que estaban creciendo bajo mis manos. – Una explicación fría, nada que pudiera explicarle a él como habían sido esos primeros meses después de saber que estaba embarazada, como había sobrevivido a la violación… pero como diablos se preguntaba sobre ello. 

–Pudiste darla en adopción, por qué no lo hiciste.

–Es una niña especial y sabía que tenía posibilidades de terminar como yo, así que era mejor mantenerla cerca y ayudarla en lo que pudiera a desarrollarse y crecer. – La voz monótona de ella lo estaba sacando de quicio, no era normal estando con ella. Pero parecía que los años y el poder que ejercía habían dejado huella profunda.

–En algún momento pensante que yo debería saber.

–No.

–Maldición Karla… como es que puedes decirme, ahí sentada con fría calma, que no lo pensaste. – Ella lo miró directamente a los ojos y él dudo de lo que el brillo de su mirada quería decir.

–Te recuerdo, que mientras yo salía para mi universidad tú salías con rumbo desconocido a Europa escapando de los planes de tu padre. Yo no iba a ser quien te detuviera. Luego cuando nació y note que no se parecía a ti, ni a mí, sospeche que era hija de… Michael. Así que explícame para que te lo iba a decir.

–Carajo, no tenías por que pasar esta situación tu sola. Me hubiera gustado ayudarte aún cuando fuese hija de… – él guardo silencio, sabía que hubiera sido difícil aceptar un hijo de ese maldito, pero la verdad, por ella hubiera entregado su alma. La vio pararse de la mesa, dejando su palto intacto, y salir por la puerta trasera hacia el descuidado patio, el único lugar que no había terminado de arreglar después de años de abandono. –Karla te ame con locura, eras lo más importante. Hubiera querido estar a tu lado, lo abría matado de haber sabido lo que te hizo. Cuando al fin lo supe… tuvo suerte de estar tras las rejas, es la única razón por la que aún sigue con vida.

–No había razón para que ambos sufriéramos. Mi hija es fuerte, ha sabido encontrar a su padre sin necesidad de nuestra ayuda y más aún, está dispuesta a crear una relación contigo. – Giovanni perdió la paciencia, sabía que no debía hacerlo, pero la tomo de los brazos con fuerza y la hizo mirarlo.      

–¡Karla, quería estar contigo, ante lo que sufriste! Ambos confiábamos en él, no tenía derecho a tocarte sin tu consentimiento. Las cosas que dijo después… lo que le dijo a su novia sobre lo que te hizo. No tenías por que pasar por eso sola… no lo entiendes. Yo quería estar a tu lado… Maldición. Te amo… pero no te entiendo. - Giovanni comenzó a llorar por la rabia contenida, por el dolor que ella debió sentir ante la traición de alguien que ambos consideraban un amigo, pero más todavía por el tiempo que se perdió de su vida y la vida de su hija. –Los dos sufrimos, la distancia no nos evito el dolor y la soledad.

Giovanni al ver no reacción de ella la besó con fuerza intentando llegar a la mujer que un día fue. Sus lágrimas se mezclaron con el sabor dulce de ella, aun sin reacción, él continua con su exploración, su lengua se pasea con pasión por su boca recordando a la mujer que un día fue, la que se entregó a sus brazos en ese mismo lugar. Aun cuando ella estaba fría en sus brazos y sus manos atrapadas contra su pecho no lo acariciaban, sabía que su furia no fue por la falta de ella en llamarle. Estaba furioso consigo mismo y su impotencia para proteger a la mujer que amaba.

–Karla perdóname, perdón por no estar a tu lado, por no poder ayudarte a criar a nuestra hija, aunque has hecho un trabajo magnifico. Pero sobre todo perdón por no protegerte cuando y solo Dios sabe, todos podíamos ver que el estaba enamorado de ti y no estaría feliz con nuestra unión. Perdóname Pequeña… por favor perdona a este tonto. – Giovanni la besaba mientras balbuceaba esas palabras entre llanto apretándola contra su pecho. Cuando la miró a los ojos, noto que ella también lloraba. Tal vez por el tiempo perdido, tal vez por aquello que sintió en el pasado, pero a él no le importaba. La tenía en sus brazos y ella lo aceptaba. Eso era suficiente. –Podrías compartir conmigo esta noche Pequeña.

–Sí…– Un susurro, pero fue suficiente como para que él la tomara en brazos y la llevara en voladas hasta su habitación. Se alegró de haberla limpiado con el resto de la casa, pero ese fue el único pensamiento no relacionado con Karla que llegó a su cabeza. La beso profundamente y permitió que ella comenzara a sacar los botones de su camisa, él busco cómo abrir ese vestido y tuvo que gemir en cuanto logro quitarlo de su cuerpo. Era el mejor empaque que había visto. Los pechos pequeños estaban al aire y la tela que cubría el triangulo de rojizo cabello no se podía llamar ropa interior. La llevó a la cama y comenzó a acariciar cada rincón de ese pequeño cuerpo hasta sentirla gemir bajo sus dedos. En esta ocasión no sería un cerdo, si la conocía no habría estado con ningún hombre y eso significaba que le haría daño si no la amaba de forma correcta. Sin embargo, ella lo agarró con fuerza e intento halarlo contra su cuerpo.

–¿Karla estás planificando matarme…?

–No… por qué preguntas.

–Pequeña has estado a punto de enviarme a la sala de urgencias con un ataque cardiaco, tus manos deberían portarse bien a lo que disfruto de tu cuerpo, además tu ropa es como para levantar cualquier muerto.

–Lo siento yo no escogí la ropa. Lo hizo Fransheska.

–Bueno la niña tiene el sentido del humor de mi madre y el gusto exquisito de su padre. No hay duda. – Después de esas palabras no hubo más conversación, ella soltó un gritito cuando él le mordió el pezón, tuvo que sonreír al sentir las uñas de ella agarrando con fuerza su piel. Sintió sus dientes atrapando con fuerza sus labios, él exploró su boca con su lengua imitando con esta lo que deseaba hacer con otra parte de su anatomía y la sintió apretarse contra su endurecido miembro.

Quiso gritar como un salvaje, ella murmuraba algo contra su boca, pero eran susurros que no llegaba a comprender, cuando la sintió eliminando la barrera de su ropa supo a que se referían dichos susurros. Él no quito la tela de su ropa interior, sólo la movió al lado y gimió cuando ella lo recibió húmeda y caliente dentro de sí. El cuerpo femenino se aquejo bajo él, cuando intento salir para darle tiempo, ella enredo sus cortas piernas en su espalda y no le dejo escapar de su abrazo. No pasó mucho tiempo cuando la escuchó gritar su nombre y él no tardo en seguirle a la culminación del placer. Cuando intento moverse para no aplastarla, ella lo sostuvo sonriendo y con una sonrisa coqueta lamio su labio inferior. Después de eso fue todo más o menos escalando.

Hicieron el amor de forma lenta, de forma rápida y fuerte. En otra ocasión ambos se torturaron con caricias que sólo la madures de los años les permitía ofrecer a su pareja. Él le juro que la amaba, que todo sería diferente y ella sonrió quedándose dormida en sus brazos cuando la luz del amanecer entrababa por las ventanas. Fue en ese instante mientras el sueño se apoderaba de su cuerpo satisfecho que recordó los condones en la gaveta y se dijo que no importaba, ya que esa mujer sería su esposa antes que pudiera decir Supercalifragilisticexpialidocious.

Ninguno de los dos lo sabían, pero no pasaría mucho tiempo antes que su sueño fuera interrumpido por la realidad. Dos de esas realidades habían estado vigilando que nada sucediera y protegiendo a su jefa. Pero mientras ambos amantes se dejaron llevar en brazos de Morfeo, una de ella recibió una llamada que puso en su rostro una máscara fría, la que le permitía matar sin conciencia alguna.

Su jefa había sido la mujer que había salvado a dos chiquillas del infierno, por ella podían matar. El enemigo realmente no sabía a lo que se enfrentaba. Entre susurros ambas formaron un plan para mantener a su jefa en ese camino donde parecía haber encontrado un poco de felicidad.

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