El Problema (Prologo)


2da Edición

NOTA: Esta novela ha sido publicada, las ilustraciones son obra de "El Culterano" WLC. 
El problema

Era un hotelito en el área rural. Hermoso por su sencillez, pero llamativo por sus jardines, en la promoción se decía que tenían el poder de curar la mente y el alma de aquellos que paseaban por ellos. Los comentarios de los que allí habían estado eran mucho, incluso en asuntos del amor. Tanto así creando una leyenda que las bodas que sucedían allí, todas habían sido un éxito y muy pocas parejas mencionaban, que después de años de la boda, regresaban y era como renovar sus votos matrimoniales. Levantando la idea de que aquellos que se juraban amor en esos jardines era para toda la vida.

            --Ay… abu, la verdad que se nota tu mano en cada planta del lugar. Excelente ojo no hay duda. – un suspiro acompaño esa mirada al exterior del hotel.

No podía tener más de veinte habitaciones y según decía la promoción era el rincón favorito para cualquier tipo de enamorados o amantes, aunque contaba con áreas destinada para aquellos que no podían estar mucho tiempo fuera del trabajo. Por otra parte, benditos teléfonos con buscadores de internet integrados, ya que se encontraba en un rincón perdido de la mano de Dios. No podía negar que tan melosa descripción había estado a punto de hacerla vomitar en más de una ocasión. Era su primera vez en ese pueblo, ni siquiera de niña había visitado el hogar de su abuela, ni siquiera sabía pronunciar el nombre correctamente. El estado y el país, eso era lo único importante para saber llegar, no lo había creído a su madre cuando le dijo que el viaje era para morir, pero no le quedaba otra después de haber recorrido tantas millas.

Cuando había preguntado por su abuela en el vivero del cual era dueña, la mujer que le atendió le dio toda la información que necesitaba para llegar al lugar, pero como no se había presentado como la nieta, eran muchas las miradas de curiosidad que le habían dirigido. El recuerdo de la cara de susto al ella entrar aún le producía ganas de reír a carcajadas.

Se bajó de su querido VW escarabajo, con decisión, vestida de negro y con botas altas, sabía que llamaba la atención en el lugar. Más, por estar fuera de lugar con sus colores y estilo, que por su belleza. Su madre le había mencionado en una ocasión que lo único que tenían en común era el cabello pelirrojo y el genio, porque todo lo demás era de una mujer voluptuosa y cargada de curvas latinas. Lo que su pequeña madre con cinco dos no había sido nunca.

Llegó a la recepción y se quito las gafas para mostrar sus ojos negros, eran la nueva moda, unos contactos negros que cubrían todo. Eran un fastidio en lugares oscuros, pero eran excelente para esconder sus ojos de Bambi. Lo único que le atormentaba y le daba un aspecto… bueno de niña… ¿buena?

–Disculpe busco a la señora Flores. ¿Podría indicarme dónde puedo conseguirla? – estaba segura de que era por la impresión que había causado para que sin preguntarle quien era le dijeran donde podía encontrarla.

–Al doblar en el pasillo, la puerta que está a tu izquierda está reunida en la terraza.

–Gracias… que pase un bonito día. – le guiñe el ojo a la joven e intente borrar de mi mente todo ruido extra que iba golpeando mi consciente sin mi permiso. Seguí sus instrucciones, no tarde en escuchar la voz ronca de mi abuela, parecía frustrada. Una mujer fuerte que había criado sola a su única hija en un pueblo pequeño donde las excentricidades no eran toleradas, tenía un genio de los mil demonios, pero era muy difícil sacarla de sus casillas. Según el diario de mi madre, esa mujer había roto varias reglas, se había casado con un japonés y para colmo, había sido feliz. Luego al enviudar había montado su propio negocio con el seguro de vida que éste le había dejado, había comenzado a estudiar nuevamente. Convirtiendo una pequeña floristería en un negocio de jardinería artística y por último en un vivero cargado de posibilidades exóticas. Uno que recibía pedidos para todos los estados, tanto privados como comerciales. Al encontrarla de espalda no pudo evitar cubrirle los ojos como cuando era niña. Le sorprendió aquello que antes había sido una misión, ahora se sorprendió que con su gran altura era todo un placer. La mujer que la miraba del otro lado parecía no comprender y sus amigas estaban con la boca abierta. De seguro era por la belleza que había aparecido del mismo aire y nada que ver con los puntos extraños de vestimenta, maquillaje y ojos. –Adivina… Adivina…

–Bueno, sólo existe una joven tan descarada como para interrumpir mi reunión de trabajo. ¡Fransheska! ¿Qué haces por acá y tu madre? – dijo la mujer quitando las manos de sus ojos.

–¡Abuela…!

–Niña volviste a crecer… qué diablos estás comiendo. Disculpen un momento. – esto último dirigido a las mujeres que no le quitaban los ojos de encima.

–Estoy comiendo lo mismo de siempre. Sabes lo piquís que es mami con mi alimentación. Por otra parte, mami debe estar empezando a salir de casa, eso si encontró ya la nota en la que le digo que no me busque, que me he escapado y que no pienso regresar. – Eso lo dijo soltando una carcajada imaginando a su madre quedándose sin hacer nada, imposible. Algo melosa abrazó por completo a la mujer que siempre había admirado, pero que nunca había visitado en su casa. Tenía claro que era por el miedo de su madre a los secretos que podría encontrar o encontrarla a ella. Pero eso la tenía cansada, quería ser libre de la sombra que era su origen.

–¡Fransheska! Diablos, voy a llamarla, debe estar a punto de sufrir un ataque cardiaco. Espérame acá un momento. Me disculpo, la visita ha sido una sorpresa. Imagino que aún no has desayunado. – Vio que la joven asentía y llamó al camarero, le solicito un desayuno continental y un frappe de mango, sabía que le iba a gustar. Se alejó con el teléfono en la oreja intentando hablar con su hija, sin imaginar la tormenta que dejaba atrás en la mesa.

–Disculpa… ¿Comprendimos bien? ¿Eres la hija de Karla? – La joven sonrió esta vez escuchó todo lo que había en esa pregunta y lo que no estaba en ella. Esa mujer era la novia del dueño de ese lugar y había algo en su voz que le decía que su madre no era una de las personas favoritas de ese grupo. Dejo claro por qué estaba tan curiosa sobre ese dato, más todavía el miedo que le causaba.

–Sí…

–Eso significa que se caso. – Entre ellas se pusieron a cuchichear sobre lo mala amiga y el no haberles invitado  la boda.

–No, no se caso. Soy el fruto de su amor de juventud. Creo que fue antes de salir de este pueblito de mierda. – Era cierto que no tenía por qué ser vulgar, pero esas mujeres le provocaban ganas de acuchillarlas. Eran un asco de seres humanos. Todos los secretos acumulados le estaban provocando dolor de cabeza.

–Jey mocosa, deberías tener más cuidado con lo que dices.

–¿Por qué…? Tengo delante a una mujer que está asustada con su reloj biológico, una que ha abortado a dos niños porque su amante es un hombre casado y otra que debe hasta los pantis por ser jugadora compulsiva, me van a poner en mi lugar. No lo creo… ninguna de las tres tiene moral para hacerlo. Quieren saber lo mejor de todo… las tres desean la chequera del mismo hombre. – Con eso se puso en pie para recibir al hombre que llevaba varios minutos mirándola desde los cristales, sin saber realmente que pensar. –Bendición pá. – con esas palabras se lanza a sus brazos  con fuerza, provocando que él dé una media vuelta sorprendido dejándola de cara a la novia que parecía querer matar a alguien. Fransheska no pudo evitarlo, sólo por la cara, disfrutó sacándole la lengua. La que se formó después de esa fue tan grande que al llegar la abuela no sabía cómo se le había ocurrido dejar a su nieta, tan propensa a provocar problemas, sola con esas arpías. Es que se había vuelto loca. Su hija la iba a matar en cuanto llegara, más aún después de escuchar el mensaje donde le decía donde había llegado su hija.            


Comentarios

Entradas populares de este blog

Entre musas perdidas

En mis manos

Cartas a Julieta o Letters to Juliete