LF Capítulo 12

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Capítulo 12

¿Hogar?

 

-¡MÁS! ¡MÁS!…- Gritó Faith a pleno pulmón.

-Está bien… pero luego no te quejes…

-¡QUIERO MÁS!- Michael sonrió al verla tan llena de vida, con mejillas sonrosadas, respirando agitadamente y una sonrisa sensual en los labios. Al fin estaba abriendo sus pétalos al sol. Su cabello suelto acariciándolo por momentos, cuando sintió su cuerpo contra sus manos utilizó toda su fuerza para un nuevo impulso y la escuchó gritar de alegría. -¡MÁS ALTO, MICHAEL!- El problema estaba en que lo que hacía no era congruente con su edad.

-Ya sé… ya sé… pero te puedes caer del columpio, no quiero tener que llamar a tu padre de una sala de emergencias, me va a matar. Ya sabes lo mucho que te cuida.- A pesar de la queja volvió a impulsarla, disfrutando de su risa en el viento y su alegría llenando todo. No sabía cómo, había cerrado los ojos unos segundos y al abrirlos vio su cuerpo volando por los aires. Sintió como su corazón se detenía. ¿La había tumbado con su último impulso o ella había saltado? Dios que lío. Se fue tras ella corriendo y gritando su nombre, vio con espeluznante claridad como el pequeño cuerpo rodaba por la grama. La vio colocarse en forma fetal, sosteniendo una de las rodillas cerca del pecho, de seguro por un mal golpe.

-Carajo… era mucho más fácil con diez años y menos doloroso.

-Faith… ¿Algo roto?

-Aparte de mi orgullo, no lo creo. Eso sí tendré un par de moretones en la mañana.

-No me des esos condenados sustos. Por un momento pensé que me daba un ataque al corazón.- Michael no dejaba de buscar con la mirada sangre o alguna hinchazón que delatara una herida mayor.

-Quejica… pero lo bueno de esto es que sí me quieres.- La voz exageradamente melosa, dejaba claro que era la payasa de Faith intentando calmar los ánimos. 

-De qué hablas… claro que te quiero. Te adoro… eres una mujer brillante, que ha sabido sobrevivir… y a pesar de todo no tienes un gramo de maldad en tu cuerpo.- la vio sorprenderse ante tal apasionada declaración, pero los ojos húmedos declaraban que le habían conmovido.

-Pero me hablas como a una niña, ya he dejado de ser esa pequeña.

-Eres hermosa y para sacar las dudas, claro que te deseo. Pero no quiero dañar lo que va a ser una relación a largo plazo con mi lujuria, pienso que debemos llevarlo poco a poco.- Tampoco menciono que no creía que ella le amara a él precisamente. Él se había convertido en el chivo para el sacrificio a lo que aceptaba sus emociones.

-Está bien, pero esta noche nos bañamos juntos…- Ella le golpeo con ganas el estómago y luego sonrió al verlo encogerse.

-Auch…- dijo Michael exagerando la reacción, ambos sabían que su vientre plano con sus músculos nunca sería vencido por uno de sus puños.

-Vuelvo y lo repito, quejica…

-Y a mucha honra jovenzuela.- Michael se dejó caer en la grama cuan largo era. Dejando escapar la tensión del cuerpo. Era cierto que había esperado que ese viaje fuese difícil, pero hasta ahora había estado lleno de preocupaciones y tensiones. Faith sonreía demasiado, hacía chistes y escondía debajo de una gran capa lo que le estaba haciendo daño. La había visto tensarse al ver pasar a otros jóvenes, desviarse de su camino por no toparse con ellos en el supermercado. Pero había escondido lo que le preocupaba bajo una sonrisa y alguna payasada. Otra cosa fue cuando llegaron al hogar, la joven no había dicho nada. Con rapidez limpio el cuarto familiar eliminando y desechando todo aquello que era inservible. Limpiando las gotas de sangre del suelo, al otro día la habitación era bañada por los rayos del sol, no había rastro de lo que había sucedido varias semanas atrás. Ni ella había expresado lo que pensaba de todo el asunto. La sintió acomodarse a su lado como si fuera un gatito dormilón, mencionando en susurros algo sobre hormigas. Volviendo a las imágenes que le preocupaban sobre la joven, no podía olvidar cómo, Faith con movimientos rápidos había desconectado el teléfono de la casa, además nadie se había presentado preguntando por el bienestar de la familia. La chica sin duda estaba escondiendo más de un detalle de su vida.

-¿Faith, por qué desconéctate el teléfono de la casa?- Volvió a preguntar en un intento por comprender la acción. 

-¿Eso aún te tiene preocupado? Sí la familia desea saber de nosotros, llamarán a tu móvil. No deseo saber de mis abuelos o mi tío. Por todos los cielos… desearía haber ido a otro lugar. Pero la casa debía limpiarse antes que los chicos y mi madre dijeran regresar.- Una nueva sorpresa, había aceptado ir a ese lugar, no para alejarse de la familia sino para prepararlo en un intento que nadie se encontrara con los estragos de la pesadilla que allí se había vivido. No había forma de descifrar a esa jovencita. -Gracias Michael…- lo abrazó con mayor fuerza, él quiso saber el porqué de las gracias, pero se vio interrumpido por voces, intento incorporarse pero sin éxito ya que Faith se había puesto tensa en sus brazos. ¡Diablos, allí estaba por pasar algo y a la niña no le gustaría!

-¿Faith?- Ella negó en silencio, pero en cuestión de milisegundos mostraba una de sus sonrisas radiantes, sus labios se habían acomodado como si fueran una máscara que él ya reconocía y le producía dolor. Era una maldita sonrisa que escondía todo. Él juro por lo bajo como marinero en puerto, y se preguntó que más había estado escondiendo con tan buen disfraz. La pregunta abría millones de puertas a diferentes posibilidades.

-¡No puede ser…! ¿Eres tu Faith?

-Sí Kitty, soy yo. Hola chicos.- El grupo no era grande, cuatro varones y tres féminas. Algo extraño estaba pasando allí, uno de los chicos tenía una mirada asesina en sus ojos mientras lo miraba a él.

-No sabíamos que habías regresado. Después de la ambulancia y todo eso, de verdad creímos que no regresarían.- La tal Kitty, parecía la líder del grupo y su sonrisa era tan invitadora como los colmillos de una cobra.

-He regresado a terminar unos asuntos antes de volver a mis vacaciones. Y vosotros que hacen por acá, creía que estarían de playa en estos días.

-Ah… bueno es que estamos cansados de la playa. Es un día divino para ir al parque.- Michael vio la mentira en la joven, todos los demás sonreían como compartiendo un secreto, algo que no le agradaría a su pequeña. El problema estaba en que no tenía idea de cómo ayudar a Faith. Había salido de su ambiente, lo de él era intimidar o ser el malo de una película de matones, nunca había tratado con chicos de ese tipo, ni siquiera cuando él había sido uno de ellos.

-Cierto… yo vine a columpiarme. Ha sido divino, más todavía compartirlo con alguien a quien quiero.- La clave en la voz de Faith fue clara y definitiva.

-Pero eso es de niños.- Aseguro una de las jovencitas con voz gatuna y tono burlón.

-No cuando estas con alguien que te hace llegar al cielo.- Todas las miradas se voltearon a mirar a Michael que había recogido las piernas y se disponía a defender a Faith si era necesario. La mirada del joven que al llegar le había observado con odio, se desvío hacía la joven. Definitivamente “Mala Juju” había conocido mujeres gangueras con menos malicia que esa tal Kitty. 

-¿Tocar el cielo? Suena interesante… pero siempre pensé que era Teddy el que te llevaba al cielo.- Kitty señalo a un joven del grupo, precisamente el de las miradas cargadas de odio… o celos.

-En sus sueños… o en mis pesadillas… nunca me han gustado los niños. Desde el comienzo le deje claro que había alguien más, algo que… bueno… nunca creyó. Jey Teddy, ya que lo ves estás convencido de que existe.- La voz de Faith escondía muy bien el temblor que el sentía en su pecho. Algo serio había sucedido con el chamaco y era un punto que a él no le gustaría ya que reaccionaría de forma muy violenta si era lo que se estaba imaginando. 

-No seas estúpida, ese tipo puede ser cualquiera.- La carcajada de Michael resonó con fuerza en el lugar. La burla estaba presente, contra el joven estúpido pero sobre todo contra el grupo que parecía querer lastimar a la mujer que estaba a su lado, sin saber realmente del material del que ella estaba hecha.

-Nunca me habían catalogado de esa forma ante mi dama. Pero siempre hay una primera vez, no crees mi piccola. Buenas tardes señoritas, un placer conocer a personas que mi amada aprecia. Mi nombre es Michael O’nell.- No era su apellido, pero era bueno por si tenía que darle una golpiza a uno de esos chicos. Todos se quedaron mirando con la boca abierta, los seis pies y tantas pulgadas de ese gigante que no era en caso alguno un chiquillo. Se notaba el aire de madures, al estar sentado en el suelo no había llamado la atención, ahora que estaba de pie y su mirada caliente se había paseado por los presentes, provocando más que un sonrojo. Una de las chicas miró todo su cuerpo con deseo, la ropa apretada dejaba ver sus músculos, mostrando la desventaja amplia que le llevaba a los chicos que les acompañaban y que siempre habían sido los niños lindos de la escuela o el barrio.

-Buenas Michael, ya que estamos conociéndonos, deseas acompañarnos a la pizzería… con Faith por supuesto.- Kitty otra vez, esta vez con sus garras dirigidas a Michael. Faith sonrío al imaginarla como una gatita en celos ofreciéndose a un león.

-Sería encantador, pero hoy cocino yo, aparte debo ganarme mi premio mayor con un masaje corporal completo. ¿Verdad piccola?

-Todo lo que desees Michael, pero siento decirte que me duele un poco la rodilla.- Vio como Faith encogió la pierna en un intento de dar énfasis a sus palabras, enviando una imagen clara de dolor y a su vez la excusa perfecta para negarse a cualquier salida.

-En cuanto lleguemos a casa, un baño de espumas y…-Michael dejo morir la oración dejando que su silencio expresara lo que deseaba.- Luego si te sigue doliendo un poco de hielo. No me molesta hacer todo el trabajo y mimarte como te mereces.

-Sí lo sé… como sólo tú lo sabes hacer…- Todos escucharon que Teddy gruñía y se sonrojaba. Pero nada alejó la atención de todos de la pareja.

-¿Casa? ¿Tu madre sabe que tienes a un hombre en su casa mientras está en el hospital?- La voz ronca por el coraje de una de las chicas no llegaba a las miradas de odio de los dos antes mencionado, pero estaba igual de celosa que Katty o Teddy.

-Claro que sí, ella conoce muy bien a Michael, además mi madre ya no está en el hospital esta vacacionando con mis hermanos y mi padre en la hacienda de Michael. Mientras comparte con la escritora Crast.- Faith les quito la arma de doble filo que intentaban utilizar en su contra, con calma.

-¿La señora Sara…? Claro que sabe que estamos aquí, ella y el señor Armando fueron los que nos dejaron el lugar. De seguro se están divirtiendo de lo lindo con mi representada.- Michael podía ver la confusión en sus rostros… pobrecitos, intentaron masticar y terminaron mordiéndose la lengua.- Disculpen, no me explico bien, yo soy el editor de la famosa escritora de historias eróticas, la señora Crast. Ella es una buena amiga de la familia y cuida en estos momentos de todos los miembros… pero quedó claro que Faith y yo necesitábamos… bueno algo de espacio. Por ello los padres de mi querida piccola, nos permitieron el lugar.- Lo último lo dijo levantando a Faith en brazos como si esta no pesara nada. Ella colocó sus brazos alrededor de su cuello y su rostro bajo la fuerte quijada. Era una imagen romántica, sin importar como se viese.

-¿Es que es amante de ese pedazo de hielo?- Teddy tenía el rostro enrojecido, respiraba rápidamente y los puños apretados a los costados. Lo cual hablaba de problemas, el chiquillo quería pleito.

-Creo que eso no es algo que deba importarle jovenzuelo, más todavía con una descripción tan alejada de la realidad. Le diré que Faith tiene en mi corazón un lugar muy especial y espero poder estar con ella mucho tiempo.- Su mirada se centró en la joven, antes de continuar hablando. -Mataría por ella sin problemas de conciencia.- Todos perdieron el color del rostro, Michael sabía que el brillo de sus ojos, gritaba peligro. De esa forma se alejó del grupo con Faith temblando entre sus brazos. “¿Mierda, la había hecho llorar?” -¿Faith, cariño…?

-Michael, te quiero…- Faith sonreía en sus brazos como una niña traviesa. Se dejó llevar por todas las pequeñas calles de la urbanización en brazos, sin importar quién les viera. Cuando llegaron a la puerta podían ambos sentir la mirada de algunos de los vecinos que observaban la escena con diferentes reacciones en sus rostros. Ambos compartieron una sonrisa cómplice y entraron en la casa, él la llevó directamente al sofá, para que descansara mientras preparaba la bañera.

En la sala, lágrimas inoportunas rodaban por las mejillas de Faith que temblaba sin control, mientras se abrazaba con fuerza en un intento por controlar su cuerpo. En los últimos tres años se había escondido hasta de su propia sombra, había metido lo que era ella en una cajita obligándose a ser lo que su madre y su abuela querían. Tenía que ser como todos los demás. Su sonrisa de muñeca, los chistes en onda, la ropa era la última moda en las tiendas y las amistades “correctas”. “No podía” hablar de su pesadilla y mucho menos podía salir del grupo social de jóvenes que “eran” como ella. Sintió el escalofrío recorrer su espalda mientras aceptaba en su interior, que el castillo de naipes había sido sacudido por una brisa. El dique del silencio se había roto y aunque no gritaba como deseaba, su pecho seguía marcado por el mismo dolor. Deseo morir en esos instantes, miraba su cuerpo y lo que veía, eran las marcas que habían dejado su tío y la sangre que corría entre sus piernas.

Las pesadillas habían salido por fin del cuarto oscuro en donde ella las había encajonado y estaban tragándose poco a poco su cordura. Vio en su mente el rostro burlón de los que un día llamó amigos y que hoy habían intentado enajenarla, tratándola como la peste. Recordó la noche con Teddy, la noche en que los naipes habían caído al suelo. Al ella negarse a tener sexo, él la había golpeado con fuerza. Creyendo que doblegaría a la mujer que deseaba, pero que no sentía nada ante sus carisias y las promesas de amor eterno que había puesto a sus pies.

Pero ella había pasado por esa pesadilla, no volvería a ser la víctima. Por un minuto eterno había cerrado los ojos recibiendo el impacto de la cachetada y el beso asqueroso del que juraba amarla. Cuando abrió los ojos hizo lo que pensó nunca sería capaz de hacer. Lo golpeo con todas sus fuerzas en la nariz y salió corriendo. Ahora sentada en la seguridad de su casa pensaba en que Teddy buscaría desquitarse, pero ella había salido de una tortura producida por un maestro de la mentira, como para dejarse destruir por un mediocre imitador de pacotilla. 

-Eres mía… nunca debiste fijarte en Efraín…- La voz de su tío la hizo gemir, él había estado tranquilo escuchándola hablarle a su abuela del chico que le gustaba. Aún no recordaba por qué su abuela había salido de la casa apresurada, pero había sido suficiente como para que su tío se volteara contra ella. Cuando soltó esas palabras su rostro no era el de su tío. Esas facciones las había visto mientras le tocaba en contadas ocasiones, pero ahora estaba enojado. La llevó por la fuerza a su habitación llamándola de todo. Con once años y un cuerpo pequeño no sabía muy bien que estaba por suceder. Lo único que recordaba era el dolor entre medio de su piernas, en su costado por los golpes y el crucifijo de madera en la pared, sobre el respaldo de la cama. Tenía entendido que se desmayó por el dolor. -Es tu culpa, eres mía Faith… nunca busques a otro hombre o te juro que te mato… cuando por la noche le contó a su madre lo que había sucedió ella le había dado una cachetada y le había llamado mentirosa. Al otro día su abuela le estaba insultando de la misma forma.

Aprendió que los que son diferentes son maltratados por sus pares, sus supuestos amigos no soportaban a la callada Faith. Los chicos se sentían ofendidos cuando se acercaban a ella y comenzaba a llorar o salía corriendo. Una tarde la orientadora la encontró en el baño llorando, no pudo sacarle nada, pero le hablo de C. Crast y sus libros. La próxima vez que la vio le entregó el libro Realidad vs. Fantasía. Desde ese momento su único refugio habían sido sus libros, la lectura era su hogar y a través de ella conoció a Eli, Michael, y a Cristina… bueno a su nueva familia.

-¿FAITH? ¿Por qué lloras mi corazón?- Michael estaba con unos pantalones cortos minúsculos que marcaban todo lo que intentaba ocultar la tela. Lo cual no era pequeño, se quedó esperando que la corriente de miedo recorriera su cuerpo, pero esta nunca llegó. Lo que le permitió disfrutar de la visión que ante ella se movía preocupado.

-Estoy llorando por qué estoy creciendo… tengo mucho miedo de no poder controlar las pesadillas.- La preocupación sólo se acentuó en su mirada oscura.

-Mi pequeña, cierto que crecer asusta, pero es una nueva aventura y en esta aventura puedes jurar que no estarás sola. Tendrás más responsabilidades, pero asimismo más libertades. Por favor sonríe, juro que estaré a tu lado mientras me necesites. Pero no llores más.- Ella tembló ante las palabras y él se acercó con intención de consolarle. -No te preocupes, no sucede de un día para otro, aunque hay cosas en la vida que nos hacen perder la ilusión y la inocencia, siempre el alcanzar la madures toma tiempo. Además el crecer no te obliga a comportarte como adulta todo el tiempo, el mejor ejemplo es ¡Eli…! La mitad del tiempo estamos haciendo locuras de adolescentes.

-¡Cierto!- La risa de la joven quedo ahogada en el cuello masculino, donde provocó un escalofrió placentero. Diablos… estaría en problemas sí Faith se metía en serio en su papel de seductora. Sintió cómo el peso de su cuerpo entre sus bazos. Mientras hablaba con ella sobre crecer la había tomado entre sus brazos, la oyó respirar profundo pero no hubo otra reacción ni algún movimiento de rechazo.

Al llegar al baño ambos hablaban de sandeces, evitando todo lo que tenía que ver con temas serios o de adultos. Ambos se rieron al ver el agua desbordar la bañera al ellos entrar en ella. Michael notó que sus manos temblaban al acercarse a bañar a Faith. Un acto que había realizado en más de una ocasión, ahora por primera vez se enfrentaba a los nervios… no lo podía creer. Ella parecía ajena a lo que sucedía, jugaba con las burbujas haciendo barbas o sombreros en su rostro y cabeza o solamente soplando pompas más grandes. Entonces; ¿por qué estaba nervioso? Su cuerpo no estaba reaccionando con deseo, así que no podía ser asunto de excitación.

-Te tengo…- Faith lanzó un golpe de agua a su rostro, para luego saltar contra su pecho. Él la atrapó sintiendo sus pechos desnudos contra su piel y el aliento cálido de su boca en su cuello. Sus brazos se ciñeron alrededor de ella en reflejo, pero fue consciente del salto que había dado su corazón al sentirla desnuda contra él. -¿Qué piensas Michael?

-Creo… creo que te estoy viendo florecer… no sé cómo reaccionar a ello y me da un poco de miedo romper lo que tan cuidadosamente se ha vuelto a forjar.- Como explicarle a la chica que no era cosa de lastima o pena, era una reacción normal de un hombre ante una mujer hermosa por dentro y por fuera. Sin embargo, su mirada avisaba confusión.

-¿Qué?

-Faith… vamos a disfrutar de las burbujas… además aún me debes por el agua en la cara.

-No… yo… Micha…- Varios movimientos de éste, lograron hacer que perdiera pie al intentar salir de la bañera. Cayó de espalda, al salir del agua que había amortiguado el golpe tenía tremendo sombrero de burbujas en el cabello y sonreía traviesamente. Gracias a la gran bañera que su padre había insistido era necesaria cuando ellos aún eran niños. Aun recordaba las luchas entre piratas que se habían desarrollado en ese lugar.

-No chica…, sé que pude tener algo de culpa pero fuiste tú quien cayó de espaldas al intentar salir corriendo de la bañera. Ya sabes lo peligroso que eso es y no puedes negar que ayude a que el golpe no fuera serio.

-¿Algo de culpa? ¡Él dice que tuvo algo de culpa! Te voy a cobrar el buche de agua… eres… eres… un “dick head”…

-¡FAITH…!- Ambos se voltearon ante la puerta con cara de susto por la sorpresa. El grito había salido de una mujer histérica que se parecía ligeramente a su… abuela pensó la joven.

-¿Abuela? ¿Qué carajos haces aquí?

-No escuche el timbre, ni la puerta.- Susurró Michael, estaba seguro de haber cerrado todas las puertas con seguro.

-Usted… se calla. ¡Faith sal de ahí de inmediato!- La mujer parecía a punto de sufrir un ataque al corazón. El cabello estaba fuera del eterno moño. El rostro sin maquillar, lo que dejaba claro lo demacrada que estaba, más la boca torcida en un rictus amargo.

-No…

-¿Cómo qué no jovenzuela?

-Fácil abuela, lo contrario de sí… no voy a salir de la bañera. No quiero que Michael se sienta solito…

-Perdida… estás fornicando con un hombre casado… con ese… hombre…. Con el hombre que rapto a tu madre junto a esa mujer del demonio.

-¿Habla de Eli?- Pregunto Faith sin saber muy bien cómo responder a la descripción que había hecho su abuela de una mujer que era más bajita que ella y tenía rostro de niña.

-Creo que sí.- Michael no pudo evitar la risa.

-No es gracioso jovenzuelo.

-Eso sonó a mujerzuela; ¿Qué tú crees Faith?

-De acuerdo con tu apreciación.- Ella no tuvo que preguntar que hacía él moviéndose con delicadeza bajo el agua, no se veía nada en la superior por las burbujas, pero ella lo sentía moverse. De momento lo vio todo claro… ¡se estaba quitando el pantalón, Faith asintió e hizo lo que pudo con su parte.

-Abuela, puedo jurar solemnemente que no estábamos fornicando. Aún no…

-Faith Marie, haz el favor de salir. Mira que reguero. ¿Qué va a decir tu madre?

-De seguro le pregunta cómo estuvo la diversión.- Michael se había puesto en pie mostrando todo su cuerpo moreno. Faith no podía apartar su mirada de las gotas de agua que se paseaban de forma traviesa por su cuerpo. Un viaje provocado por la gravedad, viaje que noto su abuela con labios entreabiertos y mejillas sonrosadas.

-Estoy seguro que ya ha visto todo lo que deseaba, así que le ruego salga del baño.

-¡¡¡PERVERTIDO!!! Ya sabrás… -Después de gritar algunas otras barbaridades la mujer salió por la puerta como si la siguieran los mil y un demonio.

-¿Faith?- Michael tuvo que contener una carcajada por la reacción tan diferente entre ambas.

-¿Hum?- Contesto ensimismada.

-Deja de mirar…- el color se había intensificado en el rostro de Michael llegando hasta sus orejas. Ambos vieron como su cuerpo reaccionaba ante la mirada curiosa de la joven y un gemido gutural en él acompañó la risita traviesa de ella.

-No creo que todo eso quepa…

-¿Qué? ¡Faith! Tu abuela está en la sala de seguro llamando a la policía y tú pensando en eso. ¡Ponte seria! Hay que llamar a tus padres.

-Aburrido… no estaríamos haciendo nada que ella no sospechase ya.

-Cierto, pero sabes muy bien que hasta mañana no se puede. Además creo que no es a mí a quien realmente deseas tener.- Algo le había quedado claro en esos segundos, la mirada de Faith era una de curiosidad, como si intentara contestar algunas preguntas internas que no se atrevía a formular en voz alta. Por otro lado, la falta de deseo en ella no dejaba duda que él se había quedado en plan de familia y de amigos, nada más.

-Ya sé, pero por primera vez creo que me está gustado eso de ser mujer.

-El que digas eso después de varios días viviendo juntos me preocupa. Hemos estado en diferentes páginas y ahora esto. Por todos los cielos tu padre me va a matar.- lo dijo de forma despreocupada intentando mantener en secreto lo que sospechaba.

-Puede, pero antes espero divertirme.- La mirada picara de Faith seguía estando lejos de una de deseo, era la mirada de una chica traviesa con deseos de provocar problemas.

-Calla mocosa y vístete.- Ambos rieron sin poder evitarlo. Las palabras estaban tan fuera de lugar, como su abuela en el baño minutos antes.

Se vistieron cada uno en su habitación, Faith cantaba tranquila pensando que no estaba sola en el mundo. Todo estaría bien o eso pensó hasta que escuchó una voz que helo toda su sangre.

-Faith, has sido una niña mala.- La voz que rompió con su tranquilidad, la reconocía muy bien. La escuchaba constantemente en sus pesadillas, era una voz que le habla del infierno, de un amor enfermizo y de cómo era el único que le amaba siendo una niña. Sintió como su cuerpo temblaba ante la presencia de su tío y se odió a si misma por no poder hacer nada para evitarlo.- Faith no le vas a dar un beso y un abrazo a tu tío. Llevas mucho sin verme mi niña.

-No.- fue un susurro pero suficiente para recordarle que ya no era una niña, la niña que un día ese despreciable toqueteaba.- No tío… no soy tu muñeca, nunca lo fui.

-Eres mía Faith, ese hombre nunca te amará con la fuerza con la que yo te amo. Lo he perdido todo, sólo me quedas tu… ven conmigo.

-¿Amor? Estás loco, de verdad te atreves a llamar amor a lo que me hiciste. Me tocaste siendo una niña, me violaste antes de llegar a la adolescencia, abusaste de la confianza que mis padres te dieron y para colmo me hiciste creer que todo era mi culpa. Que era tan mala por hacerte pecar y que terminaría en el infierno por ello.- Faith termino de ponerse la ropa sin afectarle demasiado la mirada de deseo en su tío… ya no estaba sola.

-Eres mía Faith…

-No tío… no soy tuya, me pertenezco a mí misma.- Faith sonrió al ver que Michael entraba por la puerta con su abuela pálida y descompuesta.

-¡Tú…! Sal de aquí, sal de esta casa. Reniego de ti. Niego que seas mi hijo.- Faith vio cómo su abuela lloraba desconsoladamente, pero por alguna razón no podía sentir lástima por ella.

-Pero antes que este desgraciado salga, en cualquier buen libro el malo siempre se lleva un buen golpe. No sé, pero no tengo ganas de saltarme dicha parte…-Michael se movió tan rápido que ambas mujeres gimieron. Cuando el hombre quito las manos de la cara estas estaban llenas de sangre y la nariz parecía torcida. -Si te acercas a mi “piccola” juro que desearas no haber nacido. Te enviare a las pailas del infierno a ver si existe realmente un diablo. Por otra parte señora creo que es mejor que se vaya. La familia viene al completo y usted no está preparada para otro enfrentamiento.

-Cierto, pero no puedo dejar a Faith sola con un hombre casado.- ella intento acercarse a Faith que la rechazo dando un paso atrás y negando con su cabeza.

-Tengo permiso de mi esposa y consentimiento de los padres de Faith para estar con ella. Es más de lo que usted tiene en estos momentos.- Nadie se fijó en el bulto que gemía bajando las escaleras. Había desaparecido de la mente de los presentes, como se descarta un zapato viejo.

-Una familia de locos eso es lo que son todos ustedes.

-Puede ser abuela, pero cuidamos unos de otros como lo que somos, la mayor joya de la corona.- La mujer parecía haber envejecido tanto, pero su mirada perdida parecía querer decir mucho más.

-Puede ser que dentro de la locura en que viven al fin puedan ser felices. Espero de verdad que lo sean.- Faith tuvo que admitir que la mujer había envejecido varios años ante sus ojos, por el dolor, no obstante dudaba que fuera por la culpa.

-¿Estás bien Faith?

-No me había dado cuenta, pero esa es tu frase favorita. Sí, estoy algo agotada, pero bien. No puedo sufrir por ella, no sé por qué, pero su dolor no remueve algo en mi interior.

-Pequeña, damos lo que recibimos. Algún día podrás verla como tu abuela, hoy la herida aún sigue abierta.

-Sí, sigue abierta y sangrando, pero hasta hoy no había sabido cuánto había sanado. Gracias por estar conmigo.- Faith se echó a llorar sin poder evitarlo en los brazos seguros de Michael, que susurraba palabras de consuelo con su voz ronca y melodiosa.

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