LF Capítulo 3

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Capítulo 3

Bajo el sol

      Eli cerró sus ojos y se dejó acariciar por los rayos del sol. Antes de haber llegado al gimnasio habían cambiado el rumbo para llegar a la playa de Dorado, el viaje había sido mucho más largo pero había valido la pena. Había mucha gente disfrutando de la tarde bajo el sol. Pero de seguro eran menos que en la mañana. Ella se acercó a su familia que jugaban a la orilla haciendo castillos de arena o algo así. Los hombres estaban en una esquina observando a los chicos mientras dialogaban en susurros, de seguro hablando de Sara y de su visita.

      -Armando y Michael, tenemos que hablar.- ellos asintieron y la siguieron, ella asintió en dirección de Cristina que sonrió entendiendo el mensaje.

      -¿Cuál es el problema?- preguntó Armando algo alarmando, pensando que la visita de Sara tendría mayores consecuencias en su relación.

      -Cristina.- Ellos guardaron silencio sin saber muy bien cuál era el problema o a que en específico se estaba refiriendo Eli, que buscaba algo en el rostro de ambos, una respuesta a una pregunta que aún no había formulado. -No se han dado cuenta de cómo se está comportando. Parece mamá gallina, incluso con nosotros los adultos. Considero que debemos ver cómo trabaja esta nueva faceta, antes de cambiar las reglas del juego.

      -Estoy de acuerdo, nunca imagine que aceptara a los chicos tan rápido. Además con todo lo que ha sucedido en el día no se ha derrumbado ni una vez. Yo hubiera jurado que no soportaría ningún tipo de confrontación, la pequeña ave con su ala rota esta sanando muy bien.- Michel decía estas palabras mientras observaba a quien había llegado totalmente destrozada a sus brazos.  

      -Armando, siento decirte que debemos dar más tiempo a Cristina… por aquello de profundizar la relación entre los adultos. Siempre hemos tenido la regla de sexo libre y desde que has llegado hemos tenido que dividirnos entre tú y ella, también entiendo que ha sido difícil por ser un mal momento en tu vida. Pero no creo que ella deba dar el paso, ni que esta lista aún para ello.- Eli parecía realmente saber de qué estaba hablando. La libertad sexual había llegado a ser difícil en una pareja  tan fuera de norma, sin embargo, todos habían llegado a unos acuerdos que funcionaban y que les permitían amar sin límites.

      -¡No!- Todos se voltearon ante la voz de Marcos interrumpiendo su conversación.

      -¿Hijo…?- Armando parecía estar confundido por las emociones en el rostro de éste, busco la mirada de Eli, buscando respuesta, por otro lado lo que encontró en ella fue comprensión.

      -Eli, sé lo que estás haciendo. Yo estoy completo y ella necesita soñar. Nuestra familia necesita crecer, ella necesita sentirse libre, si ahora cierra la puerta a esa relación… ella…, ella no podrá soportarlo y tal vez desaparezca de nuestras vidas.

-Marcos lo sé, pero…

-No hay pero que valga. Ella necesita poder unir las piezas. No hay forma en que yo pueda ayudarle, no a mi edad y no con mi conocimiento. Sé que aún soy muy torpe con esto de las emociones y las necesidades. No creas que no me di cuenta que ustedes se acarician por amor, pero más aún es un deseo de sanarse unos a otros. El contacto privado entre ustedes les hace más fuerte para enfrentarse al mundo. Un año atrás Armando no hubiera podido enfrentarse a mi madre de la manera en que lo hizo.

-Marcos, bebe… es cierto que en estos momentos no puedes ayudarle, pero existen diferentes formas para que ella pueda sentirse completa. Demuestra carácter, está dejando saber su opinión, aún necesita protección, pero aun así… desea protegerles. Con ello tenemos la mitad de la guerra ganada.

-Puede ser, pero tiene que permitir el sentirse amada… el estar con un hombre aparte de Michael, al que ve como extensión tuya.- Marcos parecía desesperado y todos habían desaparecido excepto por Eli que era quien sostenía la llave para que ese juego funcionara.

-Marcos… no creo que Cristina sea capaz de vivir con nosotros y luego aceptar el amor del hijo de su amante. Mentalmente no podrá ser ella misma junto a ti, cuando tú sí estés listo.- Eli suspiro sin poder creer que nadie había gritado al ella soltar esa verdad. Ya lo había dicho, no había vuelta atrás, Armando miraba a su hijo como si lo viera por primera vez, comprendía la situación de Cristina, pero su hijo estaría sufriendo dos veces más y sufriría demasiado al saberla en sus brazos. Ahora comprendía la mención de Eli de un problema, el mismo era muy gordo de por sí. El joven era maduro, debía reconocer que tenía fuerza de voluntad y decisión de su parte al expresar que no estaba preparado para ayudar a la joven, pero a su vez había que aceptar que él no era un bebe.

-¿Marcos?- Armando tenía que poner un alto, primero eran sus hijos, tendría que existir otra forma de arreglar todo ese asunto.

-Padre… lo siento… Eli, te quiero y sé que nos ayudas todo lo que puedes aún creo que mi padre fue un estúpido al dejarte cuando eran jóvenes.-Ambos escucharon como Armando susurraba un gracias irónico, pero seguía escuchado a su hijo con toda su atención.- Me aceptará llegado el momento ya que Armando no es mi padre biológico.

-Diablos Marcos… ¿Cómo carajo tú te enteraste de eso?

-¿Lo sabes?-Marcos no podía creer la cara de su padre, ni el sonrojo del mismo al saber que el gato se había escapado de la bolsa.

-Sí, tu médico me informó tu tipo de sangre cuando tenías cinco años. Para esa fecha yo corría con todas las citas médicas, mientras tu mama cuidaba de JD. Ya sabes lo difícil que fueron los primeros años de vida para él.  

-Pero mami…- Marcos no podía creer la sonrisa en los labios de su padre, él había sido un producto de una infidelidad por parte de su esposa, pero aun así había estado a su lado toda la vida.

-Sí, ella cree que yo no sé nada. Yo nunca les he tratado diferentes. Son mis hijos, todos lindos o todos feos… pero mis hijos al fin.- Armando colocó su brazo alrededor del joven, comprendiendo ahora todo lo que había estado fuera de lugar en su vida como familia y la rabia del mismo contra la mujer que le dio la vida.  

-Yo lo supe por la clase de ciencia. Mi tipo de sangre no es común, al buscar a cuál de los dos podía pertenecer, me lleve un palmo de narices. Sé que soy hijo de ella, pero también me queda claro que hubo un tercero.

-No hay problema, yo no fui un ángel. Para el tiempo en que tú fuiste engendrado, yo había descubierto que ya no le amaba. Pero me quede por Faith y luego por ti, creo que un hijo necesita a sus padres para crecer seguro. Sin embargo, no fui un buen esposo, fiel... y en fin, nada que ver con un dechado de virtudes.- Armando le acaricio el cabello húmedo como lo hacía cuando era pequeño. Su cabello lacio como el de los indios de la isla, era una de las razones por las que había sospechado de un tercero. Toda su familia tenía el cabello riso, de diferentes colores, él lo tenía de un castaño dorado, pero al fin y al cabo el cabello sin rizo, era un símbolo de diferencias.- Marcos, yo no fui lo que tu madre necesitaba, me enoje un tiempo, no contigo ni por tu nacimiento, sino por el miedo a que llegara alguien a reclamarte. Al pasar el tiempo el miedo dejo de existir y te convertiste en mi hijo, igual que Faith y JD, compartimos nuestra pasión por la música y la justicia.   

-¿Pero por qué no le reclamaste a mami?

-Ella tiene derecho a guardar sus secretos, como yo guardo los míos. No niego que temía que me rechazaras en cuanto te enteraras. Sin embargo, nunca imagine que me lo echarías a la cara por asuntos del corazón.

-Eres el hombre que me ha criado. La genética no tiene nada que ver con ser padre.- Marcos por primera vez en meses parecía un muchacho de quince años y no un joven sin edad, con el peso del mundo sobre la espalda, lo que Eli agradeció ya que pondría las cosas más fáciles para explicar la psicología del asunto, lo que era de por sí imposible con un adolescente balanceado. De verdad no quería intentarlo con un joven enojado con el mundo.

-Espero haber hecho un buen trabajo. Además, sé que Sara les quiere con locura.

-El problema aparece al utilizar el término locura tan acertadamente.

-No hagas bromas de esa forma. Sigue siendo tu madre. Es respecto a mi cuando pierde un poco la cabeza.

-Armando sabes que no es tu culpa. Hubiera sido así con quien se enamorase. No es algo con lo que ella pueda luchar sola. Tiene una relación intra-dependiente contigo. Si busca ayuda encontrará que puede ser feliz, incluso aceptarías a la mujer en la que se convirtiese, no dejé de notar lo hermosa que sigue siendo.- Ella sonrío y lo beso con picardía. Fue y abrazo con toda la ternura que pudo al joven que tan valiente había sido hasta ese momento.- Marcos, debes ser consciente que la sangre no es lo que verá Cristina cuando intentes entregarle tus sentimientos. Ella sólo tendrá en mente que fue amante de Armando y que tal vez por ello no es buena idea aceptar tu cariño en esa faceta romántica.

-Pero…

-No estoy diciendo que no le ayudemos, es que han estado sucediendo cambios y ella se ha adaptado mejor de lo que esperábamos. En ningún momento pensé que pudiera soportar un ataque directo de Sara. Ahora tengo una imagen más clara de la joven mujer que crece bajo mi mirada.- Eli dejo que su mirada se perdiera sobre la arena hasta llegar a alcanzar la figura de Cristina que bromeaba quitando arena de los rizos de JD.

-Es cierto, Marcos tienes que estar atento a esos cambios, no es bueno llevarla en una dirección por creer nosotros que es lo mejor. Ella será capaz de decidir, lo que Eli intenta decir es que es mejor esperar a que ella decida.- Michael parecía tranquilo, pero su mirada penetrante no se alejaba de Eli, lo que le hacía preguntar a Armando que más podría pasar en esa familia tan extraña que todos ellos habían formado.

-Hijo, ella es una mujer espectacular, cierto que está herida, pero que después de hoy sea capaz de sonreír… significa que es mucho más fuerte de lo que le hemos estado dando crédito.

-Estoy de acuerdo pá. No niego tener miedo, miedo a ese futuro en que puedo perderle de vista.

-Jey, nada serios. Es hora de ir a jugar en el agua. Estamos para disfrutar como familia. Una familia rara, pero familia al fin y al cabo.- Eli le puso una nota jocosa, por qué el futuro aún estaba lejos y era injusto, que el chico quitándose un peso de encima, agarrará con mayor fuerzas otro.  

-Marcos, te quiero.- Armando al decir estas palabras tenía algunas lágrimas atrapadas en sus ojos, los cuales brillaban a su vez de orgullo.

-Lo sé. Vamos con todos.- Marcos se puso algo remolón, pero no hubo tiempo para hacer bromas sobre el color rosado de sus mejillas, que era demasiado intenso para echar la culpa al sol.

-¿Te sientes bien Eli?

-Sí…

-De acuerdo…- Comenzaron a caminar hacia el grupo, hasta que notaron que Eli se había detenido y miraba con ojos brillantes a un vendedor ambulante. Tenía en un palo bolsas de colores violetas, azules y uno rosa que se veía desde donde ellos estaban.- ¿Eli?

-Corazón… ¿Quieres uno?- Armando sintió un puñal en el pecho al ver que Michael le acariciaba el rostro y ella sonreía como una niña. Deseaba tanto poder ser él quien pudiera tratarla con tanta dulzura.

-Sí…-Un susurro, pero fue suficiente como para que Michael se moviera hacía el vendedor. Al volverse traía una bolsa con algodón de azúcar color violeta. Mientras Armando les había ofrecido a los chicos y todos se habían movido como si fueran un entero y rodeaban al vendedor. Michael le entregó su premio a Eli, pero se asustó al verla llorando y mirar al vendedor con anhelo.

-Qué sucede corazón…

-Yo… yo… yo quiero uno rosa.

-Está bien, vamos a cambiarlo.- Ambos se movieron tomados de la mano.- Disculpe, tiene otro rosa.- JD estaba comiéndose uno color rosa y lo tenía casi a la mitad.

-Lo siento pa… ya no quedan d’esos.- Él parecía querer decir algo más pero se quedó de piedra al ver a una joven llorando desconsoladamente mirando el algodón que el jovencito devoraba sin darse cuenta.

-¿Eli, qué sucede?- La voz de Cristina llamó la atención de toda la familia, que en un instante detuvieron todo para observar a Eli que no podía parar de llorar. Parecía una niña a la que se le había muerto una mascota. No podía detener el llanto, aun cuando intentaba asegurarles a todos, que estaba bien con gemidos y palabras entrecortadas por los hipos.

-¿Dónde puedo conseguir uno rosa?

-Esté… yo…. no sé, señol… la velda no sé.- Todos los presentes parecían golpeados, JD intento compartir con ella lo que le quedaba de su algodón, lo que provocó que ella gimiera y llorara más aún.

-Eli me estás asustando.

-Armando respira profundo no es nada serio. Así es Eli.- Michael lo dijo con un tono inseguro, lo que provocó varias miradas dudosas a su alrededor.- ¿Hay más vendedores de algodón?

-Sí tres más, señol.

-Gracias. Armando tú ve cerca del estacionamiento y checa a ver. Si lo vez compra el algodón que tenga color rosa. Chicos ustedes van por la playa a la derecha y yo iré a la izquierda. Cristina y Faith por favor cuiden de Eli. Mi amor… ya te traemos lo que necesitas.- Michael sintió que se le rompía el corazón al ver que ella hipaba con lágrimas aún en los ojos. Una mirada tan confundida como la de los demás. No había duda, ella parecía más perdida que toda la familia por el llanto que no podía controlar, intentaba sonreír valiente, pero el sentimiento era ese de una niña, la niña que aún guardaba en su interior sin poder liberarla del todo, pero que ahora parecía querer salir más que antes.

Las mujeres vieron como todos se lanzaban a la búsqueda, el hombre de los algodones de azúcar murmuro algo sobre antojos y siguió caminando. Ninguna le prestó atención por estar atentas a los hipos de Eli, que ya no lloraba con fuerza, pero aún seguía sacada de lugar. Era tan extraño en la mujer, que ninguna de las dos sabía qué hacer con ella. Las golosinas habían sido olvidadas en una mano, mientras que le decían una y otra vez que ya regresarían todos con lo que deseaba.

-Mira Eli, allí llega papá con dos bolsas rosas.- Eli levanto la mirada y corrió a encontrarse con Armando que parecía haber perdido el aire.

-Gracias.- Armando se sintió morir de alegría al ver la sonrisa tierna de Eli, ella parecía haberse olvidado de todo y todos, mientras miraba con brillo en la mirada las dos bolsas de algodón de azúcar. Aún seguía sin comprender que había sucedido, pero por esa sonrisa le importaba un pepino cuál era el problema.

-De nada… cariño…-La palabra dulce fue aceptada sin critica, ni problema, por lo que él suspiro dando las gracias. Ella se movió con ambas bolsas de dulce y se encontró con JD, Marcos y Michael que entre los tres traían cinco bolsas más.

-Que rico…- Ella se sentó en la toalla rodeada de algodón de azúcar y comenzó a comer olvidándose de todos.

-Michael me puedes explicar que ha sucedido.

-Ni idea… pero no quiero pasar por ello de nuevo.

-Eli, me das uno.- JD, miraba con ganas las bosas, y todos lo detuvieron cuando intento tomar uno, aprovechando que ella tenía la boca llena.

-No… son todos míos…-Todos la vieron chuparse los dedos con gusto. Cada cual volvió a lo suyo, a jugar en la arena, a tomar el sol o a discutir cualquier tontería que se les ocurriese, sin embargo, ninguno se alejaba de ella y mucho menos perdían detalle de lo que sucedía. Con gran paciencia, esperaron a que terminara, algo que no tardo a pesar de la cantidad. Luego se puso en pie. He hizo un dobles de la cintura dando las gracias en japonés. La chica estaba completamente loca.

-Vamos al agua.- Dijo en cuanto noto que tenía a todos riendo.  

-¡SÍ!- Gritaron al unísono.

-¿Estás bien?- las palabras favoritas en los labios de Micheal, para ella el mundo volvía a tener sentido, no quería ponerse a analizar realmente que había sucedido con su psiquis, ni siquiera observar cual pudo ser el “trigger” que incitara tal situación. Reconocía la situación con sus hormonas, pero estaba segura que el deseo tan grande tenía que ver con su pasado y la verdad estaba agotada de tanto pasado de mierda que llegaba a destrozar el presente.  

-Más tranquila, aunque me arden los ojos. Creo que Armando y los chicos nos ayudaran a ser buenos padres. Eso sí dejo de pegarles estos sustos.- Nadie les escuchaba por estar ya dentro del agua, pero ella seguía sonriendo como una niña pequeña al pensar en lo que llegaría en el futuro. La verdad eso era lo único bueno de tanta vuelta.

-Sabes que no es mi hijo, biológicamente hablando.- Michael observó con calma el grupo de personas que en poco tiempo se había convertido en una familia para todos ellos, primero Cristina, luego Armando y Faith, para completar con los chicos que con tanto amor se habían integrado a un grupo tan diferente en las escalas sociales.  

-Sí, ya lo has dicho. Pero eso no quiere decir que no vayas a participar de esta locura.- Eli se restregó contra el vientre de Michael como un gatito majadero, que sabe que tiene toda la atención sobre él.  

-Cierto… no me la perdería por nada del mundo. Me encantará chupar tus pezones cuando estés lactando.

-Pervertido.

-Ciento por ciento mi amor y te gusta.- Ambos entraron al agua riéndose, recibiendo el ataque de los chicos, a lo que Eli no tardo en esconderse tras Michael que era demasiado grande. Su cuerpo musculoso de seis pies y tantas pulgadas le cubría muy bien. Aunque fuera una realidad en más de un sentido, él se había convertido en su muralla contra el mundo, el puerto seguro en esa tormenta que le había tocado por vida. Ella se imaginó cómo sería dentro de unos meses, y pensó que aquel que se metiera con esa familia, estaría loco de remate.

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