LF Capítulo 4

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Capítulo 4

Entre amigas

En la minivan un silencio sepulcral se había posado en los presentes. Armando y Michael miraban a Eli dormir como una niña pequeña entre ambos. Faith conducía haciendo bromas de vez en cuando, pero volvía al silencio, intentando mantener el sueño de la mujer que había tenido un día de preocupaciones y emociones fuertes. Aún todos se preguntaban cómo era capaz de dormir, Cristina la miraba con preocupación. Al detenerse el auto frente al edificio todos miraron expectantes a Eli, los chicos por raro que fuese, se habían mantenido callados, observando a los adultos interactuar con la bella durmiente.

Eli sintió el auto detenerse, como si fuese algo lejano, pero estaba muy calientita y no quería despertarse, sabía que habían llegado, su mente estaba uniendo los datos y poco a poco estaba llevándole a la vigilia. Era extraño, nadie hablaba y eso sí logró despertarle, no le gustaba el silencio que la rodeaba. Eso era tan extraño como que no saliera el sol por la mañana. Ella se estiró y gimió ante el dolor en algunos músculos, más la piel sensitiva quemaduras de sol. Escuchó a todos moverse y abrió los ojos con una sonrisa en los labios.

-¿Llegamos?- hubo un suspiro colectivo a la pregunta de ella.

-Sí, dormilona. ¿Estás cansada?- Michael la observó con ternura pero algo más en la mirada, Armando tenía curiosidad de a que se refiere.

-No, pero sí incomoda. Pido primero el baño, el agua salada me está matando.- Todos rieron y la vieron correr escaleras arribas, con Cristina pisándole los talones y Faith haciendo bromas.

-Creo que las damas nos han dejado con la tarea de cargar todo esto.- Armando lo dijo sosteniendo por la camisa a JD, que intentaba seguir a su hermana, tanto él como Marcos terminaron ayudando a cargar bolsas y ropas húmedas.

-Tengo hambre.- después de quejarse y cargar todos los motetes eso fue lo que salió de los labios del jovenzuelo que miraba con cara de inocencia. Algo que Armando siempre le había provocado mala espina, pero realmente no tenía idea de cuál era la razón. Su madre siempre le había dicho que ese chico lo iba a volver loco, que se preparará para pagar las que había hecho y las que había dejado por hacer.

-Pero… acabamos de comer… ¿JD te sientes bien?

-Sí pá, pero tengo hambre. Te juro que tengo tanta hambre que me como un “fast food” con todo y parquin. 

      -Yo me apunto, no sé la razón pero ya tengo hambre.- Marcos parecía realmente hambriento y el padre no sabía que pensar, aún podía recordar las veces que repitieron. Tenía que ser cosa del agua y el ejercicio, no quería pensar en el crecimiento, sus hijos estaban volándose a las millas en eso.

      -Armando, creo que eso es mi culpa. Intente llevarles a un lugar de comida saludable y mira lo que sucede, los chicos han digerido demasiado rápido sus alimentos.- Michael miró hacia la puerta cerrada de la habitación, pero no dijo que se imaginaba que lo mismo podría pasar pronto con las féminas que los habían dejado olvidados.

      -PIZZZZZAAAAAA, quiero pizza…- gritó con fuerza JD, que se lanzaba al pequeño y viejo sofá de la sala. Haciendo que Armando se preguntara cuánto duraría ese viejo amigo, con los salvajes que tenía por hijos.

      -Está bien, pero una pequeña.- Armando suspiro profundo y pensó en que haría con esos dos chicos que tenían un hoyo negro por estómago.

-Compra una grande de una vez, si las mujeres se antojan de pizza y estos dos se la comen toda, va a correr la sangre.- Todos sonrieron al pensar en las chicas que ciertamente se tomaban los alimentos como un asunto serio. Hizo la llamada y pidió una pizza mitad con todo y la otra mitad con pepperoni, esperando que nadie gritara al verla. Pidió las alitas que Eli amaba y los palitos con queso que nunca podían faltar.

*                *                      *                      *

-¿Van a estar bien?- Eli parecía querer encadenarlos en la casa y no dejarles salir, la preocupación estaba en su mirada y sabía que no podía evitar que regresaran a su hogar.

-Sí, cualquier cosa juro llamar.- Armando abrazó a Eli y luego a Cristina de forma tierna, la joven se dejó abrazar con una sonrisa tímida en los labios. 

-Marcos, ya sabes…- Él sonrió al ver que ella se acercaba y posaba sus labios de forma dulce en su mejilla.

-No se pongan flanes, que tampoco nos vamos a la luna. Y tu Eli, no estás fuera del redil. ¿Cómo vas con tu próximo libro?- Faith parecía querer eliminar la preocupación de todos con bromas, para poner a todos a pensar en otras cosas.

-Aún en ideas básicas… Juro que nada concreto, Faith.- Eli había estado escuchando la misma pregunta durante los últimos dos meses de mil maneras diferentes, pero no había forma que pudiera cambiar la respuesta, y eso era uno de los puntos que le preocupaba sobre manera, llevaba demasiado tiempo dentro de ese bloqueo literario. 

-Padre, no hay forma de evitar lo que nos está esperando. Sabemos que estamos todos juntos en ello y eso nos hace más fuertes. Eli, muchísimas gracias por ayudarnos hoy a borrar el sabor amargo de la boca. Sé que no era lo que tenían planificado, pero agradecemos el tiempo dedicado a nosotros.- Las palabras de JD, describían la realidad. Sin embargo, Eli volvió a pensar que debía sentarse con el jovenzuelo a tener una larga charla. Sabía gracias a los comentarios de todos del alto IQ del joven, pero en algunos aspectos parecía demasiado maduro para su edad. 

-Tu enano, deja de cargar el peso del mundo en los hombros. Y por favor “don’t creep me out” hablando como piensas, no va para nada con tu cara de angelito.- Todos rieron con ganas ante el acertado comentario, mientras JD, sacaba la lengua y hacía un gesto mucho más dulce de la norma, lo que hizo que rieran con mayor fuerza. -Aunque detesto decirlo, el chico tiene razón. Armando es hora, por favor me llamas.- Algunos besos más, abrazos y alguna caricia tierna entre unos y otros haciendo recordatorio de la familia que dejaban atrás, después de todo ello estaban lo más listos que jamás estarían para abordar la minivan, Michael iba con ellos en esa ocasión. Lo cual les daba cierta paz a las mujeres que se quedaron atrás, estaría con ellos hasta llegar a la casa que había abandonado Armando. Faith fue la última en abordar el automóvil, con una sonrisa pícara se dio la vuelta.

-Jey Eli, espero que el libro sea tan pervertido como el último…- ante sus palabras todos rieron sin poder evitarlo. – No me molestaría aparecer… - susurró con mirada picara y algo más en la profundidad de sus ojos, que con rapidez se desviaron a la figura de Michael. Eli pensó no por primera vez que la niña era todo un enigma.

-Juro que lo intentare, pero tú tienes que dejar de ser una niña tan precoz. Mira que yo no quiero que me echen ese muerto.- Las carcajadas fueron muchas y Faith logró su propósito, ayudar a relajar el ambiente. Aunque su sonrisa no duró mucho.  

-Eli, eso no es posible, si lo fuera yo le prendería un velón a cada santo todos los días.- Armando apretó la mano de su hija. Eli sentía el estómago hecho un nudo y con la pizza subiendo y bajando con los nervios. Todos estaban más que llenos y los chicos tenían que regresar con la madre, ayudarla en la medida que fuera, a comprender que el mundo no se había acabado. Todos sabían que la cosa no sería fácil. Lo que más costaría era las recriminaciones que podrían ser lanzadas por una mujer vencida en su propio juego. Michael había decidido ir con ellos por aquello de acompañar a Armando, lo que había sorprendido a Eli, al observar la mirada detallada de su esposo, supo que consideraba a Armando como un hermano. Lo que provocaba ese deseo de protegerle.

Armando había decidido quedarse en casa de sus padres con la idea de ir a buscar su auto. Más estar a distancia de minutos de sus hijos. Por si se presentaba alguna situación. Lo que tenía preocupada a Eli de todo eso era la terquedad de su amante de pasar solo ese trago amargo. Era como si no quisiera llevar más problemas a su familia; ¿No terminaba de comprender que eso significaba realmente  ser una familia? 

Sintió los brazos de Cristina en su cintura y su quijada sobre su cabeza, era una forma muy protectora de sostenerle, pero comprendía la aprensión de la joven. Si por ella fuera, los jóvenes se quedarían en el apartamento y no los dejaría acercarse a su madre por años. Así era su pequeña golondrina, capaz de amar con todo su pecho y aun así seguir sanando.

-Eli, es hora de descansar.

-Puede, pero yo quiero postre.

-¿Qué?

-Vamos, que no es tan tarde.

-Está bien. Mientras, prepárate para dormir.

-Ok.- Eli sonrío como una jovencita de quince y su apariencia sin maquillaje y con ropa de diario, no estaba tan lejos de lo que aparentaba. El teléfono de la joven sonó mientras subían las escaleras del viejo edificio. Ella reconoció de inmediato el número y le extraño que fuera Michael.

-Cristina pendiente, está de vacaciones. Así que nada de trabajar.

-Ayudare en lo que pueda.- Guardo el teléfono, mientras, observo la cara de tristeza de Eli y sintió una incomodidad en el pecho. Deseaba verla sonreír, hacerle feliz.- ¿Qué sucede Eli?

-Pronto tendremos que dejar este lugar atrás. Los años no han sido amables con él, tiene tantos recuerdos que duele dejarlo en el pasado. Ha sido un gran refugio en diferentes etapas de mi vida.- Cristina asintió y se guardó lo que sabía, no le comentó nada de la sorpresa que le tenía Michael. No era secreto el amor tan grande que tenía Eli por ese lugar, más que eso, su negación a dejar ese apartamento por completo en el olvido, era una de las razones por las que todos se encontraran tan bien en ese lugar que se había convertido en un hermoso hogar aun con el daño causado por el tiempo y la vida misma. Un refugio por años de jóvenes universitarios con poco dinero y muchas ganas de estudiar en las universidades cercanas.  

-Puede ser, pero ninguno de nosotros lo olvidaremos. Quién sabe lo que puede suceder en los próximos meses. Por cierto, la llamada era de Michael, dijo que nada de sentarte a trabajar, ok Jerezana...- la cara de horror de Eli era más que cómica. La UPR de Río Piedras, el alma mate de Eli, tenía como mascota el gallo y a las jóvenes les había tocado el nombre educado de las gallinas. Así que cada vez que se podía se usaba para sacar a la mujer de sus pensamientos.

-Así… Michael va pagar por eso. Aunque eso es lo malo de dormir con tu representante.

-No te quejes, te pudo tocar peor.

-Sí… sí… ya sé.- Michael era su ángel de la guarda, aunque él creía que era ella quién le había salvado. Diferencia de opiniones ante los hechos, pero sin duda ambos se cuidaban como lo que eran, miembros importantes de esa familia.- ¿Nos bañamos juntas?

-No tengo problema con ello. Pero creo que debería regresar a casa. Deben estar agotados después del día que han tenido.

-Ni te lo creas. Yo quiero jugar… Además ya te ibas a quedar hoy. ¡Al baño!

-Como quieras… ¡Al baño!- Ambas reían mientras las prendas de ropa salían volando en diferentes direcciones. Las caricias y los besos eran muchos. La pasión subía entre ambas mientras buscaban disfrutar de la ocasión. Eli se separó de Cristina y se movió a la bañera, abrió los grifos de agua y vio como Cristina echaba a la misma una gran cantidad de sales de baño con olor a lavanda. Un olor que subió en el vapor del agua llenando sus fosas nasales y relajándolas de inmediato. De la ropa sólo quedaban las pequeñas braguitas, vio como los pechos de la joven se movían temblorosos mientras que en su rostro sonrosado su mirada brillaba llena de deseo. Ese par de ojos no perdían detalle del cuerpo de Eli.

-Gracias por pedirme que me quedara.- Cristina abrazo el cuerpo de Eli, aferrándose a ella como un náufrago se agarra a un pedazo de madera en medio del mar. Eli sonrió al ver que Cristina temblaba de la emoción. Quedando pecho contra el alto vientre de la joven, por la diferencia en estatura, la mano de Eli se movió por el rostro de la joven.

-Es la primera vez que me abrazas, y creo que no se te hizo difícil.

-Lo siento.

-No lo sientas, me alegra saber que confías en mí y en lo que sientes Cristina. Eres una mujer fuerte y valiente… me siento muy orgullosa de ser parte de tu vida.

-Sí… bueno es que te quiero

-Yo también te quiero pequeña.- Con esas palabras unió sus labios a los de la joven. Un beso casto, delicado y dulce, al que Cristina respondió con creciente entrega, abriendo sus labios, moviendo sus manos en la espalda de la mujer que llenaba sus pensamientos, a la mujer que amaba con locura. Su lengua jugó en los labios de Eli de forma traviesa, un gemido escapó de su garganta cuando los sintió abrirse, recibiéndola en su tibia boca. Ambas sonrieron compartiendo una mirada cómplice.

-Eli me haces sentir delicada.

-Me alegra, mereces sentirte de esa forma, eres un ser humano muy especial Cristina. Nunca lo dudes.- Eli la vio llorar, sabía que eso era bueno, pero en un intento por hacerle saber que compartía con ella sus sentimientos se estiro cuan largo podía, hasta alcanzar su rostro besándole con dulzura.

-Te amo Eli.- La mano de Cristina se movió sobre el pezón endurecido de la mujer que besaba su cuello y quijada con tanta dulzura.

-Pequeña, en mi corazón hay un gran espacio para ti. Sabes que también te amo.- Eli atrapó entre sus dientes el pezón de su compañera observando cómo cerraba los ojos ante la caricia. Sus dedos viajaban cuerpo abajo provocando escalofríos y sensaciones. La piel canela mostraba un brillo único, la respiración se había acelerado y algunos ruidos escapaban de su garganta, incitando a Eli para que continuara con su exploración. Entró en ella con el dedo corazón, Cristina lanzó un grito sin poder evitarlo, así como tampoco pudo evitar que sus caderas se movieran contra la mano que le provocaba placer. Los labios de Eli se movían de un pezón a otro, lamiendo, besando, chupando y mordiendo las cumbres endurecidas. La sintió temblar, la vio abrir la boca buscando aire y se maravilló de los estremecimientos que viajaban bajo la piel.

      -Cristina, abre tus ojos. ¿Qué deseas?

      -Deseo acariciar tu cuerpo mientras el agua caliente acaricia el de ambas…- susurro jadeante la joven. Ambas reconocían la importancia de hablar sobre lo que deseaban. Habían aprendido que el quedarse calladas podía traer muchos malos entendidos y más aún que el cerebro de una mujer debía ser estimulado por el deseo expresado verbalmente, para que el cuerpo llegara a ese orgasmo.  

      -Que así sea, corazón.- Ambas se movieron a la bañera, donde Eli permitió que Cristina llevara el control de la relación. Era importante que comenzara aceptando su sexualidad y sus deseos. Ambas, sin duda alguna, eran conscientes de ello. Pero Eli se preguntaba que estaría pasando por la mente de esa pequeña traviesa, ya que sus ojos parecían brillar como los de un niño en la mañana de Navidad. -¿Qué?

      -Hay algo en ti que me llama, como si fueras una fruta del paraíso… deseo saborearte.

      -¿Qué te detiene?- dijo Eli despreocupada pero las palabras de Cristina ponían sobre la mesa muchas preguntas sobre su estado. ¡Diablos!

-Tus pechos parecen más llenos, rosados. Yo diría que pueden compararse con suaves y deliciosos postres.- Con cuidado y con reverencia Cristina acaricio el pecho derecho de la mujer. Con la punta de sus dedos paseaba por los bordes, mientras el pulgar jugaba con el pezón endurecido. Eli vio emocionada como Cristina posaba su lengua en el pezón para luego chupar con fricción, arrancando un gemido de su garganta y haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo sin importar el agua caliente que les rodeaba. Estaba muy sensible en esa parte de su anatomía, y eso aumentaba el placer en todo su cuerpo. Incluso la corriente eléctrica que bajaba por su pecho hasta el pezón le hacía gritar.  

-¡Cristina…!

-¿Eli?- Los murmullos fueron reveladores de por sí. Cada uno arrancado de unos labios temblorosos y cargados de emoción. El problema estaba en la diferencia de emociones. Ella había susurrado el nombre de su compañera con anhelo y deseo, mientras Cristina había hecho de su nombre una pregunta. Una pregunta que sabía tenía que responder, antes de perder la oportunidad.

-Sí…

-¿De verdad? Pero… quién más sabe.

-Michael, hoy deseábamos compartir la noticia con ustedes por si desean salir de la relación por un tiempo o definitivamente.- La verdad de esas palabras golpeo a Cristina que dejo de sonreír ante la idea de perder a Eli.

-¡No! No… esto no te va a sacar de mi vida, no puedo perderte Eli.- ambas comenzaron a llorar, quizá por la desesperación de una y por las hormonas alborotadas de la otra. Sin embargo, lo que había removido la paz y el deseo sexual tenía una palabra clara… “Miedo”.

-Cristina yo no voy a sacar a nadie de mi vida. Sólo quiero que sepas que así mismo no deseo atrapar a nadie en esta situación. Sé que va a ser difícil para ti ver todo el proceso, tal vez muy doloroso al recordar lo perdido.- Eli acaricio con la punta de los dedos el rostro húmedo de su amiga y amante.- Cariño, me gustaría muchísimo que fueras parte de esta etapa de mi vida. Cierto que un bebe va a cambiar las cosas y la ecuación no será la misma, pero estaré encantada si te quedas y me ayudas con el nuevo paquetito. Ya sabes que de madre no tengo ni un pelo.

-¿Sí? 

-Nunca dudes que te amo, pequeña.

-Amas a muchas personas. Así que es difícil saber cómo será todo ante cualquier cambio.- Cristina hablaba sin mirarla directamente, parte de su cuello compartía el sonrojo de su rostro.

-Es cierto lo de amar a muchos, pero quien dijo que sólo se puede amar a una persona por vez fue estúpido, la prueba es irrevocable contra esa presunción. Soy feliz viéndoles feliz, estoy contenta con sus alegrías y logros, cierro los ojos y pienso en quien amo y el espacio en blanco se llena con sus sonrisas. Eso es amor sin importar que haya dicho ese alguien idiótico. Nunca dudes de que les amo con todo lo que soy, deseando protegerles del mundo entero.

-Sí, pero ahora tenemos razones para ser tiernos contigo.- La joven parecía por primera vez tener el rostro iluminado por la esperanza, como si algo hubiese encajado en alguna misteriosa ecuación.

-¿Qué?

-Armando y yo hemos estado hablando. Tú nos entregas todo lo que eres y todo lo que puedes dar. Por otra parte eres tierna y dulce para con nosotros, sin embargo, no respondes muy bien cuando intentamos ser nosotros los tiernos. Nos gusta que seas así, aunque no niego que nos gustaría poder expresar nuestros sentimientos tiernos por ti, con la misma libertad que le permites a Michael.

-Yo… bueno no sé qué decir… juro que no lo he hecho a propósito. ¿Crees que les he anulado de alguna forma?       

-No… ¡para nada! Eli, tu amor por nosotros nos ha mantenido vivos. Pero eso no significa que no seamos codiciosos, deseamos ser tiernos, yo no quiero ser la única en ser acariciada, deseo acariciar y torturar con el mismo placer que tú lo haces. Armando desea compartir los detalles que son partes de una relación sana, no solamente un amigo que te cuenta sus problemas y tiene sexo contigo. Como dije, somos muy codiciosos.

-Creo comprender el punto, más claro no has podido expresarlo. ¿Por qué no han dicho nada? La idea siempre ha sido el que puedan sonreír, disfrutar y crecer dentro de esta relación poco convencional.- Eli intentaba encontrar en el rostro de su amiga el cambio y el cuándo se había producido. La joven estaba floreciendo. “Demonios”. Cristina sería más que una amiga en todo ese nuevo proceso, sería la madre llena de detalles, que ella dudaba que pudiera ser. El ejemplo de su propia madre no había sido el de una maternidad correcta y saludable, más los veía a ella y a sus hermanos como una carga y errores que no debió haber cometido. Esto sin dejar de maldecir a cada uno de ellos. 

-Eli no te enojes con nosotros. Al recomendarnos hablar y conocernos antes de dar el primer paso hacia una intimidad mayor, nuestro punto de partida fuiste tú mi amor.- Cristina se abrazó a ella con ternura y besándole los labios con delicadeza. -Vamos a la cama. Es tu turno para ser mimada. -Cristina salió del agua, colocándose de forma adecuada para ayudar a Eli a salir del agua. Al tenerla frente a ella gloriosamente desnuda y con gotitas de agua bajando por su piel, se estremeció de placer.

-Te amo…- Fue un susurro pero estaba cargado de emoción, Eli observó como la mirada de ella respondía a sus palabras. Cristina tomo una toalla comenzando a secarle desde las piernas pasando por las caderas y subiendo por sus pechos. Incitando el cuerpo con besos esparcidos por la piel, tan suaves como la caricia de una mariposa. La textura esponjosa rozando los pechos hinchados y sensibles también ayudaba a que Eli perdiera la cabeza con cada contacto. -Otra vez.- dijo Eli extasiada.

Cristina repitió el movimiento bajando poco a poco, acariciando de forma lenta cada pedazo de piel húmeda y los puntos erógenos que conocía de su amante. Con las rodillas en el suelo le acaricio las piernas, ampliándose de forma detallada en las pantorrillas y los pies, mientras sus labios se perdían en el femenino secreto. Carisias que exigían una respuesta de Eli. Ella comenzó a susurrar incoherencias, de las que Cristina sólo pudo comprender un “te deseo” gutural y ronco.

-Sabes que sólo pude jugar un poco en el agua. Así que las ganas van en aumento y sin ser saciadas. Me permites darte un masaje. 

-No importa, sé lo mucho que te gusta el agua caliente, por ello ofrecí un baño. No creo que estemos curtidas en sucio después del baño al llegar de la playa. Te tomo la palabra con lo del masaje, me muero por sentir tus dedos acariciando toda mi piel.

-Cierto… ¿vamos a la cama?- dijo Cristina con sonrisa traviesa.

-Sí…- Los besos continuaron, mientras Eli se dejaba llevar de la mano hasta la misma cama en la que había recibido al amanecer en brazos de Armando. “Demonios, sabía que su vida sexual se había complicado, aunque nunca había sido sencilla, pero estaba segura que todo iría bien. ¡Todo tenía que continuar BIEN!” Fue el último pensamiento coherente de Eli, antes de que ambas mujeres se dejaran caer entre las sabanas riendo, donde se besaron, acariciaron y saborearon sus respectivos cuerpos. Cristina paseo su lengua con deleite por cada rincón secreto, disfrutando de los gemidos y gritos de placer de una muy sensible Eli. La mujer le devolvió el placer de forma parecida, llegando a las cumbres de la liberación varias veces cada una. Eli se dejó llevar envuelta en un dulce sueño entre los brazos de la mujer que amaba, olvidándose de todo, sintiéndose protegida y segura entre los brazos que no la soltaban.

-Mi vida, juro que te cuidaremos. Todos estaremos ahí para ti.- Cristina beso la espalda de su compañera y observó al testigo silencioso de los últimos veinte minutos. Michael sonreía con ternura ante la imagen de las dos mujeres en la cama. Las había visto llegar al clímax, de igual forma había sonreído ante la pasión de ambas y el amor que mostraban en cada caricia.    

-¿Hay espacio para mí?- Michael pregunto con una sonrisa tierna en los labios, mientras observaba a Eli dormir.

-Siempre, corazón de mi corazón.

-Gracias... Son tan hermosas, les amo…- Cristina supo que era cierto. Un año atrás se hubiera reído de esa palabras con amargura, pero ahora sabía que Michael le amaba y lo reconocía por sus detalles para con ella. Lo vio quitarse la ropa y el cómo su erección se apretaba contra la tela de seda de su ropa interior.

-¿Vas a dormir así?- dijo la joven señalando la entrepierna masculina.

-Sí, mañana cuando la bella durmiente despierte arreglaremos mi problemita.- Él hablaba de su amigo que latía inquieto. Sin embargo, él estaba muy bien entrenado para soportar y disfrutar de la contención, algo que había llegado de la pesadilla juvenil en esos tiempos, más gracias a la aceptación de Eli, se había convertido en un motivo de disfrute para él.  

-Sí mañana… hay que dejarle descansar.- Ambos se besaron con ternura y se acomodaron en la cama uno a cada lado de Eli, protegiendo a su gran tesoro con sus brazos.

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