LF Capítulo 4
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Capítulo 4
Entre amigas
En la minivan un
silencio sepulcral se había posado en los presentes. Armando y Michael miraban
a Eli dormir como una niña pequeña entre ambos. Faith conducía haciendo bromas
de vez en cuando, pero volvía al silencio, intentando mantener el sueño de la
mujer que había tenido un día de preocupaciones y emociones fuertes. Aún todos
se preguntaban cómo era capaz de dormir, Cristina la miraba con preocupación.
Al detenerse el auto frente al edificio todos miraron expectantes a Eli, los
chicos por raro que fuese, se habían mantenido callados, observando a los
adultos interactuar con la bella durmiente.
Eli sintió el auto
detenerse, como si fuese algo lejano, pero estaba muy calientita y no quería
despertarse, sabía que habían llegado, su mente estaba uniendo los datos y poco
a poco estaba llevándole a la vigilia. Era extraño, nadie hablaba y eso sí
logró despertarle, no le gustaba el silencio que la rodeaba. Eso era tan
extraño como que no saliera el sol por la mañana. Ella se estiró y gimió ante
el dolor en algunos músculos, más la piel sensitiva quemaduras de sol. Escuchó
a todos moverse y abrió los ojos con una sonrisa en los labios.
-¿Llegamos?- hubo
un suspiro colectivo a la pregunta de ella.
-Sí, dormilona.
¿Estás cansada?- Michael la observó con ternura pero algo más en la mirada,
Armando tenía curiosidad de a que se refiere.
-No, pero sí
incomoda. Pido primero el baño, el agua salada me está matando.- Todos rieron y
la vieron correr escaleras arribas, con Cristina pisándole los talones y Faith
haciendo bromas.
-Creo que las
damas nos han dejado con la tarea de cargar todo esto.- Armando lo dijo
sosteniendo por la camisa a JD, que intentaba seguir a su hermana, tanto él
como Marcos terminaron ayudando a cargar bolsas y ropas húmedas.
-Tengo hambre.-
después de quejarse y cargar todos los motetes eso fue lo que salió de los
labios del jovenzuelo que miraba con cara de inocencia. Algo que Armando
siempre le había provocado mala espina, pero realmente no tenía idea de cuál
era la razón. Su madre siempre le había dicho que ese chico lo iba a volver
loco, que se preparará para pagar las que había hecho y las que había dejado
por hacer.
-Pero… acabamos de
comer… ¿JD te sientes bien?
-Sí pá, pero tengo
hambre. Te juro que tengo tanta hambre que me como un “fast food” con todo y
parquin.
-Yo me apunto, no sé la razón pero ya
tengo hambre.- Marcos parecía realmente hambriento y el padre no sabía que
pensar, aún podía recordar las veces que repitieron. Tenía que ser cosa del
agua y el ejercicio, no quería pensar en el crecimiento, sus hijos estaban
volándose a las millas en eso.
-Armando, creo que eso es mi culpa.
Intente llevarles a un lugar de comida saludable y mira lo que sucede, los
chicos han digerido demasiado rápido sus alimentos.- Michael miró hacia la
puerta cerrada de la habitación, pero no dijo que se imaginaba que lo mismo
podría pasar pronto con las féminas que los habían dejado olvidados.
-PIZZZZZAAAAAA, quiero pizza…- gritó con
fuerza JD, que se lanzaba al pequeño y viejo sofá de la sala. Haciendo que
Armando se preguntara cuánto duraría ese viejo amigo, con los salvajes que
tenía por hijos.
-Está bien, pero una pequeña.- Armando
suspiro profundo y pensó en que haría con esos dos chicos que tenían un hoyo
negro por estómago.
-Compra una grande
de una vez, si las mujeres se antojan de pizza y estos dos se la comen toda, va
a correr la sangre.- Todos sonrieron al pensar en las chicas que ciertamente se
tomaban los alimentos como un asunto serio. Hizo la llamada y pidió una pizza
mitad con todo y la otra mitad con pepperoni, esperando que nadie gritara al
verla. Pidió las alitas que Eli amaba y los palitos con queso que nunca podían
faltar.
* * * *
-¿Van
a estar bien?- Eli parecía querer encadenarlos en la casa y no dejarles salir,
la preocupación estaba en su mirada y sabía que no podía evitar que regresaran
a su hogar.
-Sí,
cualquier cosa juro llamar.- Armando abrazó a Eli y luego a Cristina de forma
tierna, la joven se dejó abrazar con una sonrisa tímida en los labios.
-Marcos,
ya sabes…- Él sonrió al ver que ella se acercaba y posaba sus labios de forma
dulce en su mejilla.
-No
se pongan flanes, que tampoco nos vamos a la luna. Y tu Eli, no estás fuera del
redil. ¿Cómo vas con tu próximo libro?- Faith parecía querer eliminar la
preocupación de todos con bromas, para poner a todos a pensar en otras cosas.
-Aún
en ideas básicas… Juro que nada concreto, Faith.- Eli había estado escuchando
la misma pregunta durante los últimos dos meses de mil maneras diferentes, pero
no había forma que pudiera cambiar la respuesta, y eso era uno de los puntos
que le preocupaba sobre manera, llevaba demasiado tiempo dentro de ese bloqueo
literario.
-Padre,
no hay forma de evitar lo que nos está esperando. Sabemos que estamos todos
juntos en ello y eso nos hace más fuertes. Eli, muchísimas gracias por
ayudarnos hoy a borrar el sabor amargo de la boca. Sé que no era lo que tenían
planificado, pero agradecemos el tiempo dedicado a nosotros.- Las palabras de
JD, describían la realidad. Sin embargo, Eli volvió a pensar que debía sentarse
con el jovenzuelo a tener una larga charla. Sabía gracias a los comentarios de
todos del alto IQ del joven, pero en algunos aspectos parecía demasiado maduro
para su edad.
-Tu
enano, deja de cargar el peso del mundo en los hombros. Y por favor “don’t
creep me out” hablando como piensas, no va para nada con tu cara de angelito.-
Todos rieron con ganas ante el acertado comentario, mientras JD, sacaba la
lengua y hacía un gesto mucho más dulce de la norma, lo que hizo que rieran con
mayor fuerza. -Aunque detesto decirlo, el chico tiene razón. Armando es hora,
por favor me llamas.- Algunos besos más, abrazos y alguna caricia tierna entre
unos y otros haciendo recordatorio de la familia que dejaban atrás, después de todo
ello estaban lo más listos que jamás estarían para abordar la minivan, Michael
iba con ellos en esa ocasión. Lo cual les daba cierta paz a las mujeres que se
quedaron atrás, estaría con ellos hasta llegar a la casa que había abandonado
Armando. Faith fue la última en abordar el automóvil, con una sonrisa pícara se
dio la vuelta.
-Jey
Eli, espero que el libro sea tan pervertido como el último…- ante sus palabras
todos rieron sin poder evitarlo. – No me molestaría aparecer… - susurró con
mirada picara y algo más en la profundidad de sus ojos, que con rapidez se
desviaron a la figura de Michael. Eli pensó no por primera vez que la niña era
todo un enigma.
-Juro
que lo intentare, pero tú tienes que dejar de ser una niña tan precoz. Mira que
yo no quiero que me echen ese muerto.- Las carcajadas fueron muchas y Faith
logró su propósito, ayudar a relajar el ambiente. Aunque su sonrisa no duró
mucho.
-Eli,
eso no es posible, si lo fuera yo le prendería un velón a cada santo todos los
días.- Armando apretó la mano de su hija. Eli sentía el estómago hecho un nudo
y con la pizza subiendo y bajando con los nervios. Todos estaban más que llenos
y los chicos tenían que regresar con la madre, ayudarla en la medida que fuera,
a comprender que el mundo no se había acabado. Todos sabían que la cosa no
sería fácil. Lo que más costaría era las recriminaciones que podrían ser
lanzadas por una mujer vencida en su propio juego. Michael había decidido ir
con ellos por aquello de acompañar a Armando, lo que había sorprendido a Eli,
al observar la mirada detallada de su esposo, supo que consideraba a Armando
como un hermano. Lo que provocaba ese deseo de protegerle.
Armando
había decidido quedarse en casa de sus padres con la idea de ir a buscar su
auto. Más estar a distancia de minutos de sus hijos. Por si se presentaba
alguna situación. Lo que tenía preocupada a Eli de todo eso era la terquedad de
su amante de pasar solo ese trago amargo. Era como si no quisiera llevar más
problemas a su familia; ¿No terminaba de comprender que eso significaba
realmente ser una familia?
Sintió
los brazos de Cristina en su cintura y su quijada sobre su cabeza, era una
forma muy protectora de sostenerle, pero comprendía la aprensión de la joven.
Si por ella fuera, los jóvenes se quedarían en el apartamento y no los dejaría
acercarse a su madre por años. Así era su pequeña golondrina, capaz de amar con
todo su pecho y aun así seguir sanando.
-Eli,
es hora de descansar.
-Puede,
pero yo quiero postre.
-¿Qué?
-Vamos,
que no es tan tarde.
-Está
bien. Mientras, prepárate para dormir.
-Ok.-
Eli sonrío como una jovencita de quince y su apariencia sin maquillaje y con
ropa de diario, no estaba tan lejos de lo que aparentaba. El teléfono de la
joven sonó mientras subían las escaleras del viejo edificio. Ella reconoció de
inmediato el número y le extraño que fuera Michael.
-Cristina
pendiente, está de vacaciones. Así que nada de trabajar.
-Ayudare
en lo que pueda.- Guardo el teléfono, mientras, observo la cara de tristeza de
Eli y sintió una incomodidad en el pecho. Deseaba verla sonreír, hacerle
feliz.- ¿Qué sucede Eli?
-Pronto
tendremos que dejar este lugar atrás. Los años no han sido amables con él,
tiene tantos recuerdos que duele dejarlo en el pasado. Ha sido un gran refugio
en diferentes etapas de mi vida.- Cristina asintió y se guardó lo que sabía, no
le comentó nada de la sorpresa que le tenía Michael. No era secreto el amor tan
grande que tenía Eli por ese lugar, más que eso, su negación a dejar ese
apartamento por completo en el olvido, era una de las razones por las que todos
se encontraran tan bien en ese lugar que se había convertido en un hermoso
hogar aun con el daño causado por el tiempo y la vida misma. Un refugio por
años de jóvenes universitarios con poco dinero y muchas ganas de estudiar en
las universidades cercanas.
-Puede
ser, pero ninguno de nosotros lo olvidaremos. Quién sabe lo que puede suceder
en los próximos meses. Por cierto, la llamada era de Michael, dijo que nada de
sentarte a trabajar, ok Jerezana...- la cara de horror de Eli era más que
cómica. La UPR de Río Piedras, el alma mate de Eli, tenía como mascota el gallo
y a las jóvenes les había tocado el nombre educado de las gallinas. Así que
cada vez que se podía se usaba para sacar a la mujer de sus pensamientos.
-Así…
Michael va pagar por eso. Aunque eso es lo malo de dormir con tu representante.
-No
te quejes, te pudo tocar peor.
-Sí…
sí… ya sé.- Michael era su ángel de la guarda, aunque él creía que era ella
quién le había salvado. Diferencia de opiniones ante los hechos, pero sin duda
ambos se cuidaban como lo que eran, miembros importantes de esa familia.- ¿Nos
bañamos juntas?
-No
tengo problema con ello. Pero creo que debería regresar a casa. Deben estar
agotados después del día que han tenido.
-Ni
te lo creas. Yo quiero jugar… Además ya te ibas a quedar hoy. ¡Al baño!
-Como
quieras… ¡Al baño!- Ambas reían mientras las prendas de ropa salían volando en
diferentes direcciones. Las caricias y los besos eran muchos. La pasión subía
entre ambas mientras buscaban disfrutar de la ocasión. Eli se separó de
Cristina y se movió a la bañera, abrió los grifos de agua y vio como Cristina
echaba a la misma una gran cantidad de sales de baño con olor a lavanda. Un
olor que subió en el vapor del agua llenando sus fosas nasales y relajándolas
de inmediato. De la ropa sólo quedaban las pequeñas braguitas, vio como los
pechos de la joven se movían temblorosos mientras que en su rostro sonrosado su
mirada brillaba llena de deseo. Ese par de ojos no perdían detalle del cuerpo
de Eli.
-Gracias
por pedirme que me quedara.- Cristina abrazo el cuerpo de Eli, aferrándose a
ella como un náufrago se agarra a un pedazo de madera en medio del mar. Eli
sonrió al ver que Cristina temblaba de la emoción. Quedando pecho contra el
alto vientre de la joven, por la diferencia en estatura, la mano de Eli se
movió por el rostro de la joven.
-Es
la primera vez que me abrazas, y creo que no se te hizo difícil.
-Lo
siento.
-No
lo sientas, me alegra saber que confías en mí y en lo que sientes Cristina.
Eres una mujer fuerte y valiente… me siento muy orgullosa de ser parte de tu
vida.
-Sí…
bueno es que te quiero…
-Yo
también te quiero pequeña.- Con esas palabras unió sus labios a los de la
joven. Un beso casto, delicado y dulce, al que Cristina respondió con creciente
entrega, abriendo sus labios, moviendo sus manos en la espalda de la mujer que
llenaba sus pensamientos, a la mujer que amaba con locura. Su lengua jugó en
los labios de Eli de forma traviesa, un gemido escapó de su garganta cuando los
sintió abrirse, recibiéndola en su tibia boca. Ambas sonrieron compartiendo una
mirada cómplice.
-Eli
me haces sentir delicada.
-Me
alegra, mereces sentirte de esa forma, eres un ser humano muy especial
Cristina. Nunca lo dudes.- Eli la vio llorar, sabía que eso era bueno, pero en
un intento por hacerle saber que compartía con ella sus sentimientos se estiro
cuan largo podía, hasta alcanzar su rostro besándole con dulzura.
-Te
amo Eli.- La mano de Cristina se movió sobre el pezón endurecido de la mujer
que besaba su cuello y quijada con tanta dulzura.
-Pequeña,
en mi corazón hay un gran espacio para ti. Sabes que también te amo.- Eli
atrapó entre sus dientes el pezón de su compañera observando cómo cerraba los
ojos ante la caricia. Sus dedos viajaban cuerpo abajo provocando escalofríos y
sensaciones. La piel canela mostraba un brillo único, la respiración se había
acelerado y algunos ruidos escapaban de su garganta, incitando a Eli para que
continuara con su exploración. Entró en ella con el dedo corazón, Cristina
lanzó un grito sin poder evitarlo, así como tampoco pudo evitar que sus caderas
se movieran contra la mano que le provocaba placer. Los labios de Eli se movían
de un pezón a otro, lamiendo, besando, chupando y mordiendo las cumbres
endurecidas. La sintió temblar, la vio abrir la boca buscando aire y se maravilló
de los estremecimientos que viajaban bajo la piel.
-Cristina, abre tus ojos. ¿Qué deseas?
-Deseo acariciar tu cuerpo mientras el
agua caliente acaricia el de ambas…- susurro jadeante la joven. Ambas
reconocían la importancia de hablar sobre lo que deseaban. Habían aprendido que
el quedarse calladas podía traer muchos malos entendidos y más aún que el
cerebro de una mujer debía ser estimulado por el deseo expresado verbalmente,
para que el cuerpo llegara a ese orgasmo.
-Que así sea, corazón.- Ambas se movieron
a la bañera, donde Eli permitió que Cristina llevara el control de la relación.
Era importante que comenzara aceptando su sexualidad y sus deseos. Ambas, sin
duda alguna, eran conscientes de ello. Pero Eli se preguntaba que estaría
pasando por la mente de esa pequeña traviesa, ya que sus ojos parecían brillar
como los de un niño en la mañana de Navidad. -¿Qué?
-Hay algo en ti que me llama, como si
fueras una fruta del paraíso… deseo saborearte.
-¿Qué te detiene?- dijo Eli despreocupada
pero las palabras de Cristina ponían sobre la mesa muchas preguntas sobre su
estado. ¡Diablos!
-Tus
pechos parecen más llenos, rosados. Yo diría que pueden compararse con suaves y
deliciosos postres.- Con cuidado y con reverencia Cristina acaricio el pecho
derecho de la mujer. Con la punta de sus dedos paseaba por los bordes, mientras
el pulgar jugaba con el pezón endurecido. Eli vio emocionada como Cristina
posaba su lengua en el pezón para luego chupar con fricción, arrancando un
gemido de su garganta y haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo sin
importar el agua caliente que les rodeaba. Estaba muy sensible en esa parte de
su anatomía, y eso aumentaba el placer en todo su cuerpo. Incluso la corriente
eléctrica que bajaba por su pecho hasta el pezón le hacía gritar.
-¡Cristina…!
-¿Eli?-
Los murmullos fueron reveladores de por sí. Cada uno arrancado de unos labios
temblorosos y cargados de emoción. El problema estaba en la diferencia de
emociones. Ella había susurrado el nombre de su compañera con anhelo y deseo,
mientras Cristina había hecho de su nombre una pregunta. Una pregunta que sabía
tenía que responder, antes de perder la oportunidad.
-Sí…
-¿De
verdad? Pero… quién más sabe.
-Michael,
hoy deseábamos compartir la noticia con ustedes por si desean salir de la
relación por un tiempo o definitivamente.- La verdad de esas palabras golpeo a
Cristina que dejo de sonreír ante la idea de perder a Eli.
-¡No!
No… esto no te va a sacar de mi vida, no puedo perderte Eli.- ambas comenzaron
a llorar, quizá por la desesperación de una y por las hormonas alborotadas de
la otra. Sin embargo, lo que había removido la paz y el deseo sexual tenía una
palabra clara… “Miedo”.
-Cristina
yo no voy a sacar a nadie de mi vida. Sólo quiero que sepas que así mismo no
deseo atrapar a nadie en esta situación. Sé que va a ser difícil para ti ver
todo el proceso, tal vez muy doloroso al recordar lo perdido.- Eli acaricio con
la punta de los dedos el rostro húmedo de su amiga y amante.- Cariño, me
gustaría muchísimo que fueras parte de esta etapa de mi vida. Cierto que un
bebe va a cambiar las cosas y la ecuación no será la misma, pero estaré
encantada si te quedas y me ayudas con el nuevo paquetito. Ya sabes que de
madre no tengo ni un pelo.
-¿Sí?
-Nunca
dudes que te amo, pequeña.
-Amas
a muchas personas. Así que es difícil saber cómo será todo ante cualquier
cambio.- Cristina hablaba sin mirarla directamente, parte de su cuello
compartía el sonrojo de su rostro.
-Es
cierto lo de amar a muchos, pero quien dijo que sólo se puede amar a una
persona por vez fue estúpido, la prueba es irrevocable contra esa presunción.
Soy feliz viéndoles feliz, estoy contenta con sus alegrías y logros, cierro los
ojos y pienso en quien amo y el espacio en blanco se llena con sus sonrisas.
Eso es amor sin importar que haya dicho ese alguien idiótico. Nunca dudes de
que les amo con todo lo que soy, deseando protegerles del mundo entero.
-Sí,
pero ahora tenemos razones para ser tiernos contigo.- La joven parecía por
primera vez tener el rostro iluminado por la esperanza, como si algo hubiese
encajado en alguna misteriosa ecuación.
-¿Qué?
-Armando
y yo hemos estado hablando. Tú nos entregas todo lo que eres y todo lo que
puedes dar. Por otra parte eres tierna y dulce para con nosotros, sin embargo,
no respondes muy bien cuando intentamos ser nosotros los tiernos. Nos gusta que
seas así, aunque no niego que nos gustaría poder expresar nuestros sentimientos
tiernos por ti, con la misma libertad que le permites a Michael.
-Yo…
bueno no sé qué decir… juro que no lo he hecho a propósito. ¿Crees que les he
anulado de alguna forma?
-No…
¡para nada! Eli, tu amor por nosotros nos ha mantenido vivos. Pero eso no
significa que no seamos codiciosos, deseamos ser tiernos, yo no quiero ser la
única en ser acariciada, deseo acariciar y torturar con el mismo placer que tú
lo haces. Armando desea compartir los detalles que son partes de una relación
sana, no solamente un amigo que te cuenta sus problemas y tiene sexo contigo.
Como dije, somos muy codiciosos.
-Creo
comprender el punto, más claro no has podido expresarlo. ¿Por qué no han dicho
nada? La idea siempre ha sido el que puedan sonreír, disfrutar y crecer dentro
de esta relación poco convencional.- Eli intentaba encontrar en el rostro de su
amiga el cambio y el cuándo se había producido. La joven estaba floreciendo.
“Demonios”. Cristina sería más que una amiga en todo ese nuevo proceso, sería
la madre llena de detalles, que ella dudaba que pudiera ser. El ejemplo de su
propia madre no había sido el de una maternidad correcta y saludable, más los
veía a ella y a sus hermanos como una carga y errores que no debió haber
cometido. Esto sin dejar de maldecir a cada uno de ellos.
-Eli
no te enojes con nosotros. Al recomendarnos hablar y conocernos antes de dar el
primer paso hacia una intimidad mayor, nuestro punto de partida fuiste tú mi
amor.- Cristina se abrazó a ella con ternura y besándole los labios con
delicadeza. -Vamos a la cama. Es tu turno para ser mimada. -Cristina salió del
agua, colocándose de forma adecuada para ayudar a Eli a salir del agua. Al
tenerla frente a ella gloriosamente desnuda y con gotitas de agua bajando por
su piel, se estremeció de placer.
-Te
amo…- Fue un susurro pero estaba cargado de emoción, Eli observó como la mirada
de ella respondía a sus palabras. Cristina tomo una toalla comenzando a secarle
desde las piernas pasando por las caderas y subiendo por sus pechos. Incitando
el cuerpo con besos esparcidos por la piel, tan suaves como la caricia de una
mariposa. La textura esponjosa rozando los pechos hinchados y sensibles también
ayudaba a que Eli perdiera la cabeza con cada contacto. -Otra vez.- dijo Eli
extasiada.
Cristina
repitió el movimiento bajando poco a poco, acariciando de forma lenta cada
pedazo de piel húmeda y los puntos erógenos que conocía de su amante. Con las
rodillas en el suelo le acaricio las piernas, ampliándose de forma detallada en
las pantorrillas y los pies, mientras sus labios se perdían en el femenino
secreto. Carisias que exigían una respuesta de Eli. Ella comenzó a susurrar
incoherencias, de las que Cristina sólo pudo comprender un “te deseo” gutural y ronco.
-Sabes
que sólo pude jugar un poco en el agua. Así que las ganas van en aumento y sin
ser saciadas. Me permites darte un masaje.
-No
importa, sé lo mucho que te gusta el agua caliente, por ello ofrecí un baño. No
creo que estemos curtidas en sucio después del baño al llegar de la playa. Te
tomo la palabra con lo del masaje, me muero por sentir tus dedos acariciando
toda mi piel.
-Cierto…
¿vamos a la cama?- dijo Cristina con sonrisa traviesa.
-Sí…-
Los besos continuaron, mientras Eli se dejaba llevar de la mano hasta la misma
cama en la que había recibido al amanecer en brazos de Armando. “Demonios, sabía que su vida sexual se había
complicado, aunque nunca había sido sencilla, pero estaba segura que todo iría
bien. ¡Todo tenía que continuar BIEN!” Fue el último pensamiento coherente
de Eli, antes de que ambas mujeres se dejaran caer entre las sabanas riendo,
donde se besaron, acariciaron y saborearon sus respectivos cuerpos. Cristina
paseo su lengua con deleite por cada rincón secreto, disfrutando de los gemidos
y gritos de placer de una muy sensible Eli. La mujer le devolvió el placer de
forma parecida, llegando a las cumbres de la liberación varias veces cada una.
Eli se dejó llevar envuelta en un dulce sueño entre los brazos de la mujer que
amaba, olvidándose de todo, sintiéndose protegida y segura entre los brazos que
no la soltaban.
-Mi
vida, juro que te cuidaremos. Todos estaremos ahí para ti.- Cristina beso la
espalda de su compañera y observó al testigo silencioso de los últimos veinte
minutos. Michael sonreía con ternura ante la imagen de las dos mujeres en la
cama. Las había visto llegar al clímax, de igual forma había sonreído ante la
pasión de ambas y el amor que mostraban en cada caricia.
-¿Hay
espacio para mí?- Michael pregunto con una sonrisa tierna en los labios,
mientras observaba a Eli dormir.
-Siempre,
corazón de mi corazón.
-Gracias...
Son tan hermosas, les amo…- Cristina supo que era cierto. Un año atrás se
hubiera reído de esa palabras con amargura, pero ahora sabía que Michael le
amaba y lo reconocía por sus detalles para con ella. Lo vio quitarse la ropa y
el cómo su erección se apretaba contra la tela de seda de su ropa interior.
-¿Vas
a dormir así?- dijo la joven señalando la entrepierna masculina.
-Sí,
mañana cuando la bella durmiente despierte arreglaremos mi problemita.- Él
hablaba de su amigo que latía inquieto. Sin embargo, él estaba muy bien
entrenado para soportar y disfrutar de la contención, algo que había llegado de
la pesadilla juvenil en esos tiempos, más gracias a la aceptación de Eli, se
había convertido en un motivo de disfrute para él.
-Sí mañana… hay
que dejarle descansar.- Ambos se besaron con ternura y se acomodaron en la cama
uno a cada lado de Eli, protegiendo a su gran tesoro con sus brazos.
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