LF Capítulo 6

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Capítulo 6

¿Qué carajo…?

Eli toco el cristal y vio que el sol ya había salido por completo, la estación de enfermería estaba bañada en una luz cálida que anunciaba un nuevo día. El patio fuera del ventanal brillaba con diferentes tonalidades de verde y rocío. Ni siquiera el sonido del mecanismo de seguridad pudo eliminar la sensación de esperanza. No obstante, la imagen, ni lo que había visto antes de entrar a dialogar con Sara le preparó para la mirada expectante del enfermero que le había recibido. Maldición, ¿qué se había perdido?

No comprendía para nada el brillo de esperanza en la mirada del enfermero. Incluso le asustaba pensar en las posibilidades. El pareció querer decir algo en dos ocasiones pero no estaba segura de qué era. Cuando lo vio observar a Sara en la cama con anhelo sintió un nudo en la garganta. Carajo…

-La conoces.- No fue una pregunta, fue una afirmación a la que él se sonrojo un poco. Doble carajo…

-Le conocí. Fue mi tutora hace unos quince años, tal vez un poco más.- El sonrío de forma tierna y que le cortaran la cabeza si no había visto esa sonrisa en otro lugar.

-La señora está bien. No necesita sedantes para los nervios, pero si algo para el dolor de cabeza. Tiene una resaca de los mil demonios. Mi enfermero particular vendrá en unos minutos para liberarla. Le ayudará a darse un baño y un masaje. Hablaré con la doctora que tiene el caso.- El enfermero, con sus rasgos asiáticos y ojos color caramelo claro, asintió.- ¿Ella te reconoció?

-No… pero creo que estaba en muy mala condición, como para darle mente a un rostro que no ve en quince años.- El miró el reloj con esperanza y se volteó hacía Eli.- Mi turno cambia dentro de tres horas.

-El tratamiento es poco ortodoxo, pero ha demostrado su eficacia en varios países. Si desea puede observar el desarrollo. El enfermero, está preparado para incluir masajes en un intento de relajar los músculos de los pacientes.

-¿Tal vez pueda aprender algo de él?- Eso sí fue una pregunta pero no sabía muy bien la intención del muchachito.

-Cuántos años tienes- Ella no le daba unos veintitantos años y de los pocos.

-Estoy por cumplir treinta.

-Ha… conociste a la señora teniendo que edad.

-Creo que estaba por cumplir los quince.- Carajo y después se sorprendían de que el chamaco fuera precoz.

-Estás involucrado sentimentalmente con la señora, eso me preocupa, ella necesita apoyo moral. Si no interfieres con el tratamiento yo no tengo problemas. Pero si sucede algo que se salga de la norma, mi enfermero te sacará de la foto, la paciente tiene igual opción.- El asintió, comprendiendo y sonrosándose por la mención sentimental, gritándole con ello a Eli que tanto. Maldición, todo se había ido al carajo y esta vez ella no tuvo nada que ver.

Eli salió de la habitación, moviéndose pausadamente por el pasillo. Necesitaba desayunar, al salir hacia la estación de enfermera donde encontró a la doctora. Le informó sobre el estado de la paciente y le consulto sobre la posibilidad de baño y masaje para la misma.

-¿Trajo a todo su equipo de trabajo?

-No a todos, pero sí a los que necesitaría en caso extremo.

-Está muy bien preparada para enfrentarse a estos casos.

-Algo así. Es mi esposo y se encarga de ese aspecto de la consulta.- No dijo todo lo demás que hacía, pero se dejó acompañar por la doctora para que esta satisficiera su curiosidad. Al salir todo el grupo familiar se movió a recibirla en conjunto. Incluyendo a Armando que tenía el brazo vendado y la mirada cargada de tristeza. Atrás habían quedado dos policías uniformados. La verdad que la mañana se había ido de viaje al fin del mundo y había decidido hacer fiesta con los mil demonios.

-¿Todo bien?- Pregunto Cristina que vio como Eli palidecía.

-Podría estar peor.

-Michael, necesito que hagas un trabajo a nivel tres, para la señora. Faith acompáñalo. Tu mami esta mejor y podrás ayudarla a que se relaje. Creo que te ayudara estar presente en su nuevo despertar.- La joven deseaba preguntar, pero resistió el impulso. Eli hablaba en códigos, algo que muy pocas veces utilizaba con la familia. Por otra parte la doctora no le quitaba los ojos a Michael, lo cual era comprensible, un moreno de seis pies y seis pulgadas con el pecho lleno de músculos, sin duda llamaba la atención. Sin embargo también podía ser la pinta de matón que se cargaba el condenado.

-La señora Sara te está esperando, Faith ayuda en lo que puedas. Michael el enfermero desea aprender.- Lo que significaba tener mucho cuidado con lo que se decía y hacía, frente al joven.

-Muy bien.- Michael se movió seguido por Faith, salieron por la puerta en búsqueda de su equipo de emergencia. Él mantenía uno en cada auto por esos casos en que le necesitara. Intentó recordar cuándo fue la última vez que lo utilizo, que faltaba y que tenía. Eli no apartó la mirada de Faith hasta que desapareció en una esquina. A la joven le vendría bien ayudar. La doctora asintió con tranquilidad y se alejó del grupo.

-Corazón, necesitas desayunar.- Eli abrazo a Cristina y enterró el rostro en su cuello. Aprovechando la posición para susurrarle al oído.

-Cristina, por lo que más quieras, no dejes a Marcos solo. No permitas que se acerque a su madre. Hay que sacarlo de aquí antes de tres horas.

-Comprendo amor… tienes que ir a comer algo.-Cristina ya estaba en plan y misión. Ahora los policías.

-Buenos días, ¿ya tienen los datos personales del Señor y la Señora?

-Sí doctora.

-Está bien, ambos cuando se les dé el alta, visitaran la jefatura con sus abogados. ¿Es posible? En estos momentos la familia entera ha recibido demasiados golpes y necesitan descansar un poco.- Los policías vieron a la mujer y la quijada desafiante, era un claro mensaje, den un paso atrás o tendrán problemas. El chiquito parecía querer echarse a llorar. El otro joven tenía la mirada perdida pero los puños apretados a los lados.- Deseo que comprendan que ahora mismo los hijos necesitan de su padre, más de lo que él necesita su ayuda. Juro que estarán cerca.

-Ninguno puede salir del país doctora. Aquí está mi número de celular. Siento mucho la situación.- El policía pareció sonreír en un intento de hacerles ver que comprendían. JD, dejo escapar un sollozo mientras llamaba a su padre. Los policías se movieron alejándose del drama familiar en el que no podían inmiscuirse. Ellos vieron como la familia junto a la doctora se internaban en uno de los muchos pasillos del hospital.

-JD, no te pases.- Cuando el chico levanto la mirada a todos, sonreía traviesamente.

-El ser humano ve lo que desea ver, sin duda. Ellos sólo vieron al niño sufriendo, incluso papi reacciono con preocupación. ¿Por qué tu no?- La pregunta era a Eli que se había quedado con ellos mientras veía como Cristina seguía sus instrucciones, llevándose del brazo a un Marcos sorprendido pero igualmente agradecido por la atención.

-Chico, tienes carita de ángel, pero tu mente es una computadora. Algunas veces dudo del brillo que veo en tu mirada. Aún no puedo descifrar todo lo que eres, pero ciertamente sé que no eres un niño que llora pidiendo un abrazo de su padre.

-Gracias al cielo por los pequeños milagros.- contestó golpeando de forma cariñosa el costado de su padre con el codo.

-Sí, gracias por ello. Vamos a la cafetería. ¿Traje cartera?

-La habías dejado en recepción.- Armando mostró el bolso y ella le sonrío sin poder evitarlo. Deseaba abrazarlo con todas sus fuerzas, pero el chico tenía que pagar el no haberle llamado de inmediato. Las palabras de Cristina la noche anterior aún las tenía presente sobre la necesidad de Armando de ser tierno, pero eso no significaba que la cosa fuera a cambiar.

-Tú y yo, luego hablaremos de esto, ahora llama a tu abogado dile que prepare una cita con uno de sus amigos, quiero que sea bueno de verdad. Sara necesitara toda la ayuda que pueda.- Él asintió y abrió el teléfono portátil. En eso vio como Cristina regresaba sobre sus pasos, tomando de la mano a Eli para que avanzara a llegar a la cafetería mencionando la necesidad de una buena nutrición. ¿Un cambio de papeles? ¿Por qué?

-¿Eli? Ella…- Armando parecía no saber cómo preguntar al respecto.

-Va a estar bien, creo que mejor de lo que esperábamos. Está creciendo y eso duele, pero está bien. 

-Gracias.

-No me las des aun. Puede que no te gusten las nuevas noticias.

-¿Qué?

-Chicos a desayunar. Cristina encárgate… sí ya sé corazón… pero esto no puede esperar y lo sabes. Mientras pídeme un desayuno “heavy”. Ya sabes, nada de café.

-Elizabeth… me estas asustando.- Dijo Armando al ver la sonrisa de Cristina, que se llevó a JD de la mano como si fuera una mujer con una misión.- Un desayuno grande; ¡Nunca comes tanto! Y sin café… qué sucede.- Armando estaba asustado, su forma de mirarla, con tanta intensidad, era prueba suficiente. Informarle del cambio en la relación no era nada fácil. Sin embargo, lo difícil realmente sería ver como reaccionaba.

-Anoche esperaba hablar con ambos. Cristina y tú se merecen que sea sincera. Tengo dos meses y medio de embarazo.- Lo vio tomar aire, cerrar los ojos y volverlos a abrirlos.

-Por qué me dices esto ahora.- Raro no parecía enojado, sino algo iluminado.

-Anoche Cristina noto mi cuerpo diferente, lo que la llevó a deducir la razón. Me parece mal dejarte en la sombra, cuando genéticamente eres el padre. Siento darte una noticia como ésta, en estos precisos momentos. Pero no quiero que te sientas fuera. Más todavía, deseo que tengas claro que aceptaremos tu decisión, cualquiera que ésta sea.- Él la vio llorar nuevamente, lo que era extraño de por sí. Estaba temblorosa, sintió como un sentimiento de ternura se anidaba en su pecho al ver a la mujer más fuerte que jamás hubiera conocido observarlo con aprensión. Con el labio atrapado entre sus pequeños dientes, las manos blancas de estar apretándola.

-Eli, no me perdería la llegada de nuestro hijo por nada del mundo.- Él la abrazó y besó su cabeza.- Debes haber pasado un miedo atroz en estos meses. ¿Por qué no has dicho nada?

-Si soy sincera no creía que podía quedarme embarazada. Así que no me di cuenta, nunca he sido muy regular como bien sabes. Me avergüenza decirlo, pero Michael fue quien se dio cuenta de mi estado. Yo me negué a creerlo y él respetó mi decisión hasta que me compró una prueba de embarazo hace una semana y media.- Ella sonrío como recordando la discusión.- Cuando la prueba dio positivo, me llevó a una doctora que confirmo mi estado. Esperábamos ambos poder hablarlo contigo y Cristina anoche.    

-Ya sabemos que el diablo es puerco… no hay duda que siempre las junta todas.- Ambos se movieron con pasos lentos por el pasillo y sintieron como el sol los recibía al salir del mismo. La cafetería estaba llena, pero ellos se dejaron acariciar por los rayos unos segundos antes de entrar. Eli se acomodó bajo el brazo de Armando y se dejó abrazar. Él colocó su dedo bajo la quijada femenina, levantando su rostro. Cuando logró el ángulo que buscaba la besó con ternura, con todo el amor que había escondido durante su reciente relación y se dejó llevar por las sensaciones.

Eli sintió la lengua de Armando invadiendo su boca de forma suave y delicada. Ella enredó sus brazos en el cuello masculino y se dejó apretar.

Él gimió al sentir los pechos de ella apretados contra su torso, pero se estremeció al pensar en la pesadilla por la que había pasado sola, cuando él le había abandonado. Preguntándose si realmente podría verla llena de vida, una vida que había sido hecha por el compartir de dos almas.

-Armando…, despierta corazón, todo estará bien. Lo juro.- El nombre era un susurro y una exigencia, pero el resto de sus palabras, hablaban de cuanto le conocía.

-Eli… me estas volviendo loco… no hagas esto… tu… bueno… puedo sentir tus pezones endurecidos, el saber que están cambiando por la vida que crece dentro de ti, no está haciendo nada bueno con mi mente.-Armando que muy pocas veces se sonrojaba estando con ella, sintió el calor en su rostro, que llegaba hasta su cuello. La risita traviesa de ella se lo confirmaba.

-Ah… es que no tengo ropa interior.- La iba a matar, era la única forma de sobrevivir a esa tormenta. Le apretó contra él y gimió ante la imagen mental. Se iba a morir, sintió el dolor en el brazo, aun así bajo el rostro buscando los labios femeninos con mayor fuerza, pero con una gran ternura, era una mezcla intoxicante, que le hacía olvidar la pesadilla vivida.

-Por favor, no ante la mirada de un niño impresionable. Luego me tendrán que explicar todo el mecanismo que compone una química como la vuestra.- JD sonreía travieso, no había forma de explicar su mirada, pero si había logrado lanzar un buen tarro de agua fría en el rostro. Definitivamente era mal lugar, pésimo momento. Cuando observaron a su alrededor, varias personas tenían los ojos pegados en la escena pasional que había tomado lugar en un hospital. Algo tan raro y que sólo estaría hecha por un par de dementes. Eso era cierto, pensó Eli con gran alegría. No podía negar que disfrutaba de esa demencia que marcaba la diferencia en esa nueva familia.

-Maldición, me haces olvidar que soy un adulto. Desde hace cuando no me he comportado como un adolescente.- JD, dejo soltar un silbido como dando a entender que hacía mucho tiempo, sin embargo, Elí le acaricio el cabello para luego y con sonrisa en los labios, guiñarle el ojo a Armando.

-Que divertido, ¿verdad?- Eli le hecho el brazo a JD para luego dejarse arrastrar hasta la puerta de la cafetería.

*                *                      *                      *

-¿Qué…?- Sara quería matar a alguien, tenía los ojos abiertos, el moreno que tenía pinta de mafioso y que no sonreía mucho había entrado por la puerta, pero no solo.

-Hi, mami.- La mujer vio a su hija que sonreía y al hombre grande que estaba tras ella serio, eso tenía pinta de problemas.

-Hola corazón. ¿Me podrías decir qué sucede?- Sintió como los dedos del enfermero se movían lentamente sobre las coreas, pero toda su atención estaba puesta en su hija. En el cómo sonreía cuando debería odiarla con fuerza.

-Mami, Michael… Michael esa es mi madre, Sara.

-Buenos días señora. Hoy voy a ser su enfermero particular y masajista. Antes de venir a la sala hemos pasado por el auto por algunos aceites naturales. Siento decirle que es limitada la elección, pero los diferentes grupos están completos.

-¿Grupos?

-Sí, aquí Michael me ayudara a bañarte y luego te dará un masaje como para morirse e ir al cielo.

-¿Tu…?- La pregunta era inquisitiva, quería saber si ella había estado bajo las manos de ese hombre, que parecía poder partir un árbol centenario con las manos.

-Sí, pero sólo a nivel dos. Estoy loca de poder subir al nivel más alto, pero aún soy muy chica para ello.

-Faith, luego hablaremos de tu caso. En estos momentos pertenezco a tu madre.

-Sí ya sé… no me puedes culpar por intentarlo. ¿No es divino?- El enfermero del hospital seguía trabajando con las correas, pero observaba el intercambio sorprendido por la familiaridad. No comprendía mucho de la conversación, aunque si entendía que era mucho más profunda de lo que él podía comprender. Deseaba poder participar, acercarse a ella y decirle quien era. Hasta ahora Sara no le había mirado con reconocimiento. Se había mantenido enfocada en su hija y en las bromas de ésta. No obstante, toda su concentración estaba en Sara, cuando escuchó al hombre grande hablarle.

-Disculpe que deba invadir su área de trabajo, pero ha sido recomendación de la doctora Crast.

-Sí comprendo, pero aun así no deja de ser extraño que la psicóloga hubiera llegado tan rápido y a su vez el enfermero.- Él hablaba con su compañero de profesión, pero sus mirada se desviaba cada cierto tiempo hacía Sara, que hablaba con su hija entre susurros.

-Eso es porque somos “Ohana” y la señora tiene trato preferencial.- Ante estas palabras todos vieron a la mujer mencionada sonrojarse mientras se sentaba, pero no dijo nada al respecto.

-“Ok, man”, comencemos con el baño. ¿Dónde podemos conseguir agua caliente o una ducha?

-Detrás de esa cortina está el baño de esta sala, siento decirle que no tiene puerta.

-No te preocupes. Protegeremos la virtud de la señora cuidando que nadie más entre.- El enfermero no preguntó que sucedía con los ya presentes, pero la pregunta brillaba en su mirada.

-Por favor vigile la puerta.- Michael sonrió al enfermero que asintió sin saber que decir. Faith llevó al baño las toallas y la caja de productos perfumados.

-Todo estará bien mami. Confía en mí.- La mujer susurró un de acuerdo y se dejó llevar al baño.

-Está bien corazón, pero por qué tantas toallas.

-Me habían informado que era un baño de esponja, pero si contamos con una ducha, por qué no utilizarla.- Michael lo dijo con una sonrisa pícara en los labios, sólo para ella y Faith que eran las únicas que podían verle el rostro.

-Ven mami, es hora de sacarte de esa bata tan fea. De verdad que el verde no es tu color.

-Pero…

-No se preocupe, puede quedarse con ella mientras le lavo el cabello.- Sara se relajó ante la posibilidad y lo siguió hasta la ducha. Escucho a su hija murmurar “Hablando de verde” y supo que el comentario se debía a los azulejos de color verde que cubrían el baño.

-Faith, se supone que el color relaja.

-Tal vez si estas en medio de un campo, lleno de flores, pájaros, árboles… que se yo… tal vez un riachuelo, pero aquí no quiere decir que sea cierto en un baño. El color me recuerda a las diarreas de bebe.- Sara exploto en risa y ambos la miraron con ternura. El enfermero se sorprendió por el cambio en el ambiente, pero le agrado ver de nuevo a la mujer que un día había conocido. Vio a la madre, pero también vio a la joven que le había ayudado en un momento difícil de su vida. Su corazón latió con fuerza y deseo poder abrazarla.

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