LF Capítulo 8

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Capítulo 8

La familia y el campo

El sol de la mañana golpeaba su cuerpo, la brisa era algo fría pero aliviaba la tensión de las últimas tres semanas. Había tenido a la familia en completo por tres semanas en la casa de campo. Daba gracias al cielo por el tiempo de vacaciones, pero ciertamente las batallas de palabras entre Sara y Armando no habían acabado, Marcos en cuanto podía atacaba y el sentido de humor de Faith algo retorcido ayudaba un poco, pero a quien le ponía tiempo y mente a lo dicho, decían mucho de las posibilidades de guerra.

Cristina se había convertido en toda una mamá gallina, cuidando y velando por la familia en completo, pero sobre todo cuidaba del embarazo de Eli, que aun sentía como parte de la fantasía. La joven le decía, lo que debía comer, las horas que dormía y leyendo todo libro sobre maternidad que podía tomar en mano.

En ese tiempo no había podido sentarse a escribir ni una página. Faith hablaba en varias ocasiones de demandar por daños psicológicos causados por la espera. JD era quien más le preocupaba, andaba por la pequeña hacienda como perrito apaleado, murmurando, anotando en papeles sueltos cosas que no dejaba que nadie leyera. No decía nada sobre la convivencia de todos esos locos en la misma casa, pero sabía que le estaba afectando, cada día que pasaba se veía más inquieto. Cerró los ojos e hizo algo que no hacía en siglos, pidió al que todos llamaban Dios, por estar haciendo lo correcto con esa nueva familia. Sólo esperaba poderle proteger y hacerles feliz, lo cual era más difícil ya que solo conocía la teoría de cómo hacerlo. Los chicos estaban ya criados, pero eso no quería decir que el nuevo miembro no fuera todo un reto, contando la genética y actitudes de los padres, serían tiempos tormentosos.

Eli fue sacada de su meditación por un movimiento en la silla del lado. No quiso abrir los ojos, tenía una buena idea de quién era, aunque fuera por eliminación. Michael y los chicos estaban de pesca, Cristina había salido al mercado y Armando andaba con Faith en el huerto. La única que aún quedaba por la casa como un fantasma era Sara. Esperó en silencio a ver si ella comenzaba a soltar lo que tenía atorado, pero su mirada se estaba haciendo demasiado pesada.

-Maldita sea Sara, suéltalo ya o te vas a ahogar.

-No quiero ser ave de mal agüero, siendo invitada en tu casa.- Eli abrió los ojos y miró con detalle a la mujer.

-Sara, siempre serás algo ponzoñosa. Lo cual no significa que no te aceptamos tal y cual eres. Creo que el canalizar tus energías a donde realmente son necesarias podrá ayudarte a evitar envenenar a los que amas. En estos momentos no tienes otro blanco fijo, así que como soy la única presente… dispara.   

-No te entiendo, cómo puedes soportar la hipocresía de la sociedad que te mutilo. Cómo aprendiste a masticar todo y a tragarlo.

-¿Sara, querida… a qué diablos de refieres?- La mujer saco un libro de cubierta blanda color blanco y con su lomo en rojo. No tuvo que mirarlo dos veces para saber qué carajo era y se prometió darle una azotaina a Faith.

-Diablos chica… cómo te las arreglas para virarle, a una, la mañana patas a arriba. ¿Quién te dio el libro?

-Michael…

-¿Qué…?- No, si es que hoy llegaba la sangre al río.

-Creo que por recomendación de Faith.

-Voy a darle una corrida a esa niña de los mil demonios.

-No te enojes con ella, en una de nuestras conversaciones le pregunte como era capaz de aún sonreír. Sé que fui una idiota, Eli… sé que no he sido la mejor madre, pero sé que lo que mi bebe vivió no fue fácil. No comprendía la razón por la que no reniega de mí, porque no me envía a los mil infiernos. Su sonrisa es un hermoso regalo y lo considero un milagro. Ella me contestó con otra de esas sonrisas, menciono que el mundo podía ser mucho más cruel de lo que le había tocado.- Sara sonrió pero no era una sonrisa de felicidad, era una mueca amarga de lo que había creído era su mundo perfecto. -Al yo no comprender el cómo podía llamarme, madre, después de haberle maltratado cómo lo hice, no le quedó otro remedio que darme una luz en el camino. Michael estuvo de acuerdo y entre ambos me dieron el mundo que ella utiliza de referencia. Un mundo expuesto en este libro.

-Maldición…-dijo Eli cambiando de posición para mirar directamente al rostro de la mujer. -Sara, “Realidad vs. Fantasías” no es un recetario de soluciones, no es una búsqueda de verdades reveladoras. Es un grito, es un grupo de insultos a todos los que me conocieron y me jodieron la vida. Es esa necesidad de sacarle la lengua a todos los degenerados que jugaron con mi cuerpo desde que tenía seis años. Una forma de decirle al mundo que el resultado de esos abusos no es bonito, pero he aprendido a vivir con ello, es gracias a esas pesadillas que hoy soy quien soy y al carajo con sus juicios mediocres.

-Pero sobreviviste, no lo has hecho mal. Tu vida aún te brinda felicidad y no es que estés cuerda por completo, queda claro que no haces daño a otros en tu mundo. Intentas proteger a los que consideras familia aunque la sangre no te ate a ellos.

-Sí, eso significa EVA, “Estoy Viva Ahora”. Pero no significa que acepte lo que rige la sociedad como correcto. He implantado mis reglas, soy feliz con ellas e intento no joder a nadie, pero hago lo posible por ayudar a los que han terminado en el suelo y no tienen como defenderse.- Eli no lloraba, los recuerdos eran eso, recuerdos. Muchas veces las personas creían que una mujer que no lloraba y gritaba por un abuso sexual era simplemente porque eso no había sucedido o simplemente le había gustado. Ella estaba luchando contra esa imagen, una niña que ha sido abusada sexualmente durante varios años y más durante la etapa de formación, tiende a verlo como parte de su crecimiento, es algo anormal… pero para el resto del mundo, no para la cría o el crío que creció con esa visión del mundo.

-No comprendo cómo puedes aceptarme luego de lo que le hice a mi hija.

-Tus palabras en el hospital contra tu hermano, más tus acciones me dieron esperanza sobre una sana relación entre tú y tu hija. El veneno sigue allí, pero es cosa de dirigirlo a una dirección correcta.

-Sí, Faith parece mucho más madura. Haz hecho un buen trabajo.

-Sara, la base para la mujer en que se ha convertido Faith la has dado tú y Armando. Yo le ayude a través de mi libro a sobrellevar un momento difícil. Algo que nunca supuse sucediera, ya que mi primer libro estuvo muy lejos de ser un deseo de auto ayuda. No vine a conocer a Faith hasta mucho después que ella había colocado las piezas. Aún existen problemas y huecos oscuros, pero ya los iluminará cuando sienta que esta lista para ello.

-Por qué dices que tu libro no fue hecho para ser de auto ayuda.

-La primera razón es que soy una escritora egoísta. Escribo para liberar mi mente de ideas, sin pensar en otro lector que no sea yo.

-Puede ser así, pero has forjado una familia maravillosa de esa forma.

-Cierto, cada miembro de mi familia es único y especial. Temí perderla recientemente pero todo quedó en un susto.- Eli acaricio su vientre con ternura mientras decía estas palabras.

-¿Por lo del bebe?

-Sí, por el bebe.- Eli buscó en el rostro de Sara una reacción negativa contra la nueva vida que crecía dentro de ella. Pero no había más que una mirada de inseguridad y nada cargada de odio contra el nuevo bebe.

-¿Quién es el padre?

-No lo sé genéticamente, pero físicamente parece que tendrá tres padres, un hermano y una hermana mayor y tres madres. ¡Por ahora!

-Es imposible…. ¿Cómo?

-Michael y Armando ya han discutido largo y tendido, logrando un trato que ellos llaman entre hombres. Marcos se negó a tener un hermanito, así que se le ofreció ser un papá joven. Lo que aceptó para sorpresa de todos.

-Ah…- Sara no sabía que decir al respecto. Su hijo había dejado claro con esa afirmación que Armando no era su padre, más todavía en las semanas que ella llevaba junto a la familia, ella era un fantasma en cualquier habitación en la que estaba su hijo. Aun no comprendía muy bien la razón por la que Eli le había invitado a ese lugar. Ciertamente era hermoso y permitía cierta relajación, pero siempre se sentía inquieta y molestando a sus hijos.

Eli guardo silencio, entendía que el asunto entre Marcos y su madre aún no había sido aclarado. Tal vez entre féminas era más fácil entenderse. Sin embargo, cada vez que se mencionaba el nombre de Carlos, Marcos parecía querer asesinar a alguien. Lo cual no era saludable. Cristina le había informado del encuentro entre los dos hombres, pero que carajo había sucedido en el baño, eso todavía estaba en sombras.

-Cristina no quiso salir de la ecuación y es bien recibida. Realmente necesitamos una esposa, yo no soy muy hogareña. Tal vez pueda sobrevivir con un niño, pero si termina siendo una niña me muero en el acto.

-Una cambia con la llegada de los hijos.- Sara suspiro, era consciente que esa familia por rara que fuera componían un buen hogar. El número fuera de la ecuación era ella, aún no comprendía como terminó siendo bienvenida en la vieja casona. Fue testigo en el momento en que llego, de cómo la paternidad de Armando era compartida sin ser socavada. Los jovenzuelos se sabían seguros a pesar que reconocían lo poco normal de la relación entre los adultos.

La relación era armoniosa, cuando llegaban las mujeres eran saludadas con respeto, incluso ella a pesar de los primeros días fueron raros para Armando y los chicos al tenerla allí, se adaptaron incluyéndola en el tierno saludo al llegar y en los abrazos y besos a la hora de salir. Con Marcos no era así, pero Faith, Armando y JD le saludaban con entusiasmo, incluso Eli, Cristina y Michael estaban entre los abrazos y besos. Después de varios días de lluvia, los encontró a todos bañados en lodo, jugando en la parte de atrás de la casa, desde el lugar en que estaban tomando el sol, podía ver que el suelo no había vuelto a ser lo mismo al secarse.

Con Eli todos eran muy cuidadosos, Armando y Michael habían colocado sus manos en el vientre pequeño de la mujer, mientras susurraban secretos a éste o a ella. Luego se reían y dejaban a todos con deseos de saber cuál era el chiste. Por otra parte Cristina había dejado de ser la sombra que conoció en el apartamento de Eli. Había tomado el control de la casa y el cuidado de la familia muy en serio, convirtiéndose en una madre para todos. Todavía recordaba el susto que se llevó al encontrar a Eli y a Cristina en medio de la cocina semi desnudas, enredadas pasionalmente. La imagen se había repetido en diferentes partes de la casa, lo raro era que ningún otro miembro de la familia las había encontrado. De la misma forma sabía que Armando y Michael tenían sus momentos con las mujeres pero ella no encontró prueba física de ello. Era como si todos supieran que sucedía y donde, alejándose para dar privacidad a los amantes. El día de ayer si logro ser testigo de cómo su hijo Marcos miraba a las mujeres mientras se acariciaban y besaban, eso sí, la ropa puesta en su lugar y controlaron la llama de la pasión, intuyendo los ojos de Marcos en ellas. Sin embargo, su hijo sonreía tiernamente, acción que le dejó claro que su hijo entregó su corazón por entero.

-¿Sara?

-Lo siento, ¿decías algo?

-Nada importante…- Extrañada por la ausencia mental de Sara pero dando espacio a la mujer Eli se quedó mirando el horizonte donde las montañas se mezclaban con el cielo azul. Donde las nubes cargadas de agua anunciaban lluvia. El viento acariciaba su piel, el cabello tenía algunas hebras en el rostro y se sentía tranquila y segura.

-Eli… Faith menciono que en este libro existen trabajos dedicados a Armando.

-Tardaste en preguntar. Sí hay algunos, el que más me gusta es Noche y Sombras, Está en la parte de Musas Atrapadas.- La vio buscar entre las páginas el trabajo y comenzó a leerlo gritando con los cambios en su rostro lo que le estaba pareciendo.


Noche y Sombras

Con su brazo doblega mi fuerza, atrapando con una mano mis muñecas. Mientras que sus dedos libres aprietan mi carne, cual es dulce tortura que produce estremecimientos y escalofríos en mi piel. Dolor que despierta al instinto salvaje de la entrega que dormita entre mis capas de mujer indomable y dama incierta. Allí entre sombras su sonrisa cruel avisa el dolor que le proporcionará a mi cuerpo durante la noche de pasión que promete con mala intención, me estremezco, me éxito, sintiéndome humedecer. Sé que el brillo bestial en su mirada clara, es reflejo de la mía y una sonrisa siniestra nace en mis labios mientras mis caderas se mueven, bailando al ritmo impuesto por él en esa noche de excesos y placer.

Lo siento invadir mi cuerpo con el suyo, el dolor es poco ante la posibilidad, pero lo no sentido será proporcionado por sus dientes mi carne marcando, lo siento, me siente… sonríe mientras se acerca a mi pecho blanco, allí aprieta con fuerza y un grito en mi garganta provocando. Mis uñas se convierten en garras que atrapando entre ellas su carne, arrancan una carcajada ronca de su garganta. Así el viaje continúa entre voluntades en plena lucha, entre dolor y placer. Entre dos entes que se odian y se aman, en plena entrega.


 -Yo… yo… no entiendo.- dijo Sara al terminar la lectura, no había forma que su amante tierno y dulce fuese ese monstruo.

-Ha veo que Armando te protegió de su instinto, de seguro el tuyo te decía que no lo tenías por completo y la conclusión clásica a la que llega toda mujer ante esa impresión es que existe otra mujer. Pobre, él protegiéndote y tú sintiéndote inadecuada por culpa de esa protección. No te preocupes todos caemos en ese viaje de auto desprecio en un momento de nuestras vidas.

-¿Auto desprecio?

-El despreciaba la parte oscura y salvaje de su sexualidad y tú despreciabas la inseguridad con la que recibías su amor. ¿Cuántos caen en esa trampa? Ni idea…

-Diablos…- Ambas guardaron silencio sin poder evitarlo, qué más se podía decir en esa situación. Eli estaba en ese atolladero con su forma de escribir, aún no comprendía por qué las musas no salían a jugar en sus dedos. Era injusto, tenía todo lo que necesitaba para volver a escribir y ahora estaba atorada en la dichosa página en blanco. Había hablado con Dionisio, su amigo de la red, en varias ocasiones antes de llegar a la hacienda, pero ahora sólo le enviaba correos electrónicos de vez en cuando. Aunque parecía seguir igual de conectado con ella y sus problemas. Ya tendría que buscar un momento para dialogar con él de forma amplia, aunque no tenía idea de cuál era su horario. Un saludo hecho a gritos la sacó de golpe de estado meditativo. Cristina había llegado haciendo escándalo y no había llegado sola.

      -¡Eli! Mira…- la mujer se fijó en lo que le traían y sintió que el pecho se le apretaba. Cristina mostraba con orgullo en su mano derecha una langosta viva, mientras que con la otra una bolsa transparente mostraban unas setas enormes. Algunas lágrimas se arrellanaron en los ojos entornados de Eli, no existía otra forma de explicar su vista nublada, que no fuera por el llanto contenido.- No llores mi amor. Sé que deseabas langosta hace unos días atrás. Pero hoy fue que lograron traerme el encargo, cualquiera diría que no vivimos en una isla.- Cristina dejo todo a un lado y comenzó a besarla profundamente. Beso que fue recibido con ganas y entrega. Sara volvió a ser un testigo silencioso del amor que se profesaban ambas mujeres, sintió envidia de lo abiertas que eran ante sus necesidades, pero tuvo que admitir en su interior que tal vez lo que envidiaba era el sentirse amada. 

-¡Cristina! Por el Vaticano, no me dejes con la compra por favor…- gritó Marcos que parecía haberla ido a buscar al colmado dejando colgando a Michael y a JD. - Sara se levantó de su silla al ver a Marcos cargado con bolsas sonriendo a las traviesas mujeres. Ella se sonrojo como si hubiera sido ella la que recibió las caricias.

-Ya sé, pero sabes lo poco que Eli se deja mimar.

-Sí, lo sé, por eso es que tú y mi padre parecen niños el día de Navidad a cada rato. Lo malo es que se olvidan del resto.

-De acuerdo.- Cristina volvió a acariciar los labios de Eli con ternura y luego se dirigió al joven cargado de bolsas.

-Les ayudo…- Sara ya iba de camino a tomar una de las bolsas cuando las palabras frías de Marcos la detuvieron.

-No hace falta madre.- La tensión había vuelto al joven mientras miraba directamente a Eli que se recolocaba la camiseta que no sabía cómo había subido tanto el dobladillo.

-Tonterías. Sara voy a necesitar ayuda. He exagerado en la compra. No vas creer todo lo que pude conseguir.- Marcos asintió en silencio, volviéndose enseguida hacia la casa. Mientras que Sara y Cristina se dispusieron a seguirle.

-¿Cristina?- la voz de Eli era melosa y coqueta.

-Sí, cielo…

-No vas a dejar a la pobre así.- Eli señalaba a la langosta que se movía de forma torpe por el verde pasto.

-¡AH! Se me olvidaba- dijo risueña y moviéndose con rapidez para atraparla.

Elí sonrío al ver la casa de dos pisos y el viejo granero al lado. Había sido una herencia de la familia y ella la había odiado con pasión. Pero ahora con la pintura blanca y las personas que allí estaban habían convertido el lugar de pesadilla en un hogar. Las ventanas brillaban limpias, las paredes blancas con toques rosas podrían ser consideradas “cute”. Eli sonrío sin evitarlo al escuchar la voz de Cristina preguntándole a viva voz si se había puesto bloqueador solar, con un gesto de la mano le dejo saber que sí, para luego cerrar sus ojos y volver a descansar.

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