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Mostrando entradas de agosto, 2010

Al amanecer

Esta madrugada, cuando el alba ya apuntaba y el tiempo amenazaba con asesinar mi sueño, te has colado entre mis colchas, robándome un momento. Respirando un mismo aire, compartiendo la misma necesidad, con la magia del instante nos olvidamos a quienes nos debemos. “¿Qué haces aquí?”; “Tú me has llamado” en susurros hablamos, con sonrisas en los labios pecamos. Viaje placentero, por el mundo permisivo de Morfeo. Tus labios acariciaron mi cuello, haciendo vibrar mi cuerpo, la caricia entre nuestros pechos provocando cosquillas discretas que llaman al deseo. Una guerra de voluntades, una lucha entre iguales, combatientes mortales, entregando todo en un instante. Mis labios encuentran, tu pecho, mis mejillas retozan con la despedida de tu juventud, que dan la bienvenida a la madures de tus años, aún cuando tu mirada esconde al niño travieso que llevas dentro… “Nos veremos luego” es una promesa que rompe el silencio. Con desesperación despierto y durante el día, cuando nuestros caminos se c...

En tiempo

Ha llegado la hora, son un poco más de las tres y siento como mi mente se divide, apareciendo en otro lugar, junto a alguien que no reconozco, pero que intuyo me conoce, pues ha sido él quien me ha llamado a su lado. Lo escucho hablarme como de lejos, tentando mis sentidos, contándome entre susurros sus fantasías, conversando con mí recuerdo. Su mano descansa en mi muslo irreal, acariciando con lentitud la suavidad de la carne inmaterial, mientras sus dedos traviesos buscan entre los pliegues de lo escondido el placer concebido, la humedad que viaja a través del calor y las ganas. Sus labios atrapan mis dedos fantasmales que se pasean por su rostro en un intento de reconocerlo, de encontrarle. Mis pechos se inflaman por las carisias deseadas, en ese lugar en el que he abandonado mi cuerpo para entregarme a ese placer efímero. Es él y sólo él, quien puede provocar esa acalorada reacción en mi cuerpo, tiemblo… suspiro… mi garganta deja escapar un gemido, reconociendo la distancia que nos...

Complejos…

Allí está nuevamente, mi Némesis, mi enemigo mortal… el que me muestra los años, las grasitas extras, las marcas en la piel y la sonrisa falsa en la que me quiero esconder. Allí está el reflejo gritando barbaridades e idioteces que me entran en el cerebro, como cachetadas dirigidas a herir al orgullo. Observo a ver si el condenado tiene razón, veo algunas líneas de expresión, veo alguna cicatriz por tonterías cometidas, también encuentro la papilla caída… ¿pero qué es esto? ¡La flor se ha marchitado y ni cuanta se ha dado por el rostro estar volteando! La nariz más ancha, herencia africana… no está mal junto a mi piel blanca, por otra parte mis ojos se esconden bajo el cristal que les ayuda a ver, miopía según el oculista, encontrando al mundo borroso y arenoso. Pero el color no está mal y la mirada picara aún se queda, para de vez en cuando jugar. Así sigo con la cruel inspección, el cuello lo veo marcado, no uso cadenas y las arruguitas hacen gala en ese paseo que se acerca al cuerp...

Inicio de mi libro

Conversación con una incauta. ─¿De qué escribes? ─De sexo, incesto y pedofilia.─ dice la mujer con libreta abierta y amarga sonrisa. ─No puede ser verdad… ¿Tú? ─Sí yo… ¿Algún problema? ─No… ninguno…─ contesta algo avergonzada. ─Sí… sabía que ibas a decir eso.─ Sonríe de forma irónica.